El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 5 de enero de 2023

Richard Jewell



Dirección: Clint Eastwood.

Guión: Billy Ray (Artículo: Marie Brenner).

Música: Arturo Sandoval.

Fotografía: Yves Bélanger.

Reparto: Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, Kathy Bates, Olivia Wilde, Jon Hamm, Ian Gómez, Nina Arianda, Charles Green. 

Richard Jewell (Paul Walter Hauser), guardia de seguridad en los Juegos Olímpicos de Atlanta, descubre una mochila abandonada en el Centenial Park durante un concierto que resulta contener una bomba. Su actuación salvó muchas vidas y Richard es alabado como un héroe. Pero pronto todo da un giro inesperado.

Basada en hechos reales, Richard Jewell (2019) nos muestra al director entregado a la defensa de un ciudadano corriente caído en las garras de un FBI inmoral y una periodista sin escrúpulos.

El protagonista, Jewell, es un tipo muy simple, con un cociente intelectual que parece claramente por debajo de la media. Amante de la ley y el orden, sueña con ser agente de policía, aunque su exceso de celo en sus diferentes tareas al servicio de la ley lo llevan a desempeñar un modesto puesto de guardia de seguridad que, sin embargo, él se toma completamente en serio. Y es ese celo lo que le lleva a sospechar de una mochila abandonada y dar la voz de alarma. Su actuación logrará paliar en gran medida los efectos de la bomba situada en medio de un concierto, limitando a solo dos las víctimas mortales. Jewell se convierte entonces en el héroe del momento, acaparando titulares en periódicos y programas de televisión.

Sin embargo, una conjetura sin fundamento llevará al FBI a sospechar de Jewell como el posible autor del atentado. Sin ninguna prueba sólida, la agencia federal planea la manera de que el propio Jewell se incrimine a sí mismo, en un claro abuso de poder y total manipulación del sospechoso. Por si ello no fuera suficiente, una ambiciosa periodista del Atlanta-Journal Constitution, Kathy Scruggs (Olivia Wilde), publicará la noticia de las sospechas sobre Jewell y alimentará el acoso sobre él y su familia.

Como vemos, el argumento reúne todos los ingredientes para un relato apasionante, que podría recordarnos a Falso culpable (Alfred Hitchcock, 1956) y es por aquí por donde empezamos a constatar las debilidades de Richard Jewell. Mientras que en el film de Hitchcock sufríamos por la mala suerte de su protagonista, en el film de Clint Eastwood el sentimiento es mucho más frío. Al principio lo achacaba a que, al conocer desde el principio la inocencia de Jewell, faltaba el componente de intriga que motivaba un nivel de emotividad bajo. Pero creo que el problema no reside ahí, si bien ese detalle puede ayudar.

El principal defecto de Richard Jewell pienso que reside en que el guión se centra más en el relato de los hechos que en ahondar convenientemente en los protagonistas. Puede parecer extraña esta afirmación, pues Jewell es el protagonista absoluto de la cinta y, sin embargo, al final nos podemos hacer una cierta idea sobre su personalidad, pero de manera un tanto distante. Quiero decir que lo entendemos, pero nunca me he sentido realmente cercano a él, interesado en sus problemas o aspiraciones. No sabría decir dónde está el fallo, pero el resultado es que jamás he sentido miedo por el futuro de Jewell, como tampoco llegué a sentir lástima o indignación con el atropello que sufren él y su madre, Bobi (Kathy Bates). Y si esto es así, sin duda hay un fallo en la manera de contarnos la historia por parte de Clint Eastwood, pues no podemos tacharlo de insensible, a la vista de otras películas dirigidas por él en las que sabía tocarnos la fibra sensible con elegancia y eficacia. 

Además de esta falta de emoción, tampoco me convenció para nada el desenlace de la historia, especialmente las lágrimas de Kathy, una mujer manipuladora, ambiciosa y carente de escrúpulos que, de repente, parece sufrir una transformación radical al escuchar a una emocionada Bobi defendiendo a su hijo, lo que haría cualquier madre del mundo.

Si la parte emocional del relato no funciona del todo, nos queda la denuncia del abuso de poder del FBI que buscando un chivo expiatorio se agarra a un clavo ardiendo para culpar a Jewell, sin realmente contar con nada sólido contra él. Y unido a ello, la denuncia también de la prensa, siempre en busca de titulares sensacionalistas, donde las ventas y las exclusivas parecen ser lo único que importa, por encima del rigor, el respeto al prójimo y la verdad.

En cambio, el reparto es maravilloso. Paul Walter Hauser encarna a la perfección a Jewell, hasta el punto de hacerlo completamente convincente en su simpleza sin caer en la caricatura. Con Sam Rockwell llegamos a olvidarnos que es un actor y no encuentro mejor halago. Y además contamos con la presencia de Kathy Bates, una actriz enorme que de nuevo está aun gran nivel.

Clint Eastwood, a quién no vamos a descubrir a estas alturas, se muestra elegante a la hora de contarnos la historia, sin adornos innecesarios y dotando al relato de un ritmo envidiable. Sin embargo, creo que en el contenido se queda esta vez corto, sin lograr dotar de fuerza y emoción a las desventuras del protagonista. Así que Richard Jewell me pareció un film correcto pero un tanto fallido.

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