El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 10 de enero de 2023

Cocodrilo Dundee II



Dirección: John Cornell.

Guión: Paul Hogan y Brett Hogan.

Música: Peter Best.

Fotografía: Russell Boyd.

Reparto: Paul Hogan, Linda Kozlowski, John Meillon, Hechter Ubarry, Juan Fernández, Charles Dutton, Kenneth Welsh, Dennis Boutsikaris, Ernie Dingo, Gus Mercurio.

Un narcotraficante, Rico (Hechter Ubarry), secuestra a Sue (Linda Kozlowski) para recuperar unas fotos que le incriminan en un asesinato. Cocodrilo Dundee (Paul Hogan) tendrá que rescatarla. 

Ante el éxito de Cocodrilo Dundee (1986), era lógico esperar una nueva entrega que siguiera explotando las virtudes del peculiar personaje. Sin la frescura que aportaba la novedosa predecesora, Cocodrilo Dundee II (1988) vuelve a ofrecer un entretenimiento sencillo y original.

Como en la primera entrega habíamos asistido al descubrimiento de Cocodrilo Dundee, en esta ocasión era necesario crear un argumento más complejo que permitiera seguir disfrutando de las habilidades del protagonista. Así que Paul Hogan, coguionista junto a su hijo Brett, crea una intriga con la presencia de narcotraficantes que ponen en peligro a Sue y al propio Dundee, primero en Nueva York y luego en Australia. 

Si en Cocodrilo Dundee la parte de la historia que tenía lugar en Nuevo York era la menos lograda, de nuevo sucede lo mismo ahora y el episodio de Nueva York es menos ingenioso y se encorseta en clichés de escasa eficacia cómica. Afortunadamente, cuando Dundee regresa a su entorno natural, la historia recupera la originalidad y el enfrentamiento con los narcos en la sabana australiana resulta la parte más amena, con las mejores secuencias tanto en originalidad como en intensidad.

Pero ello no puede ocultar las carencias de la saga, como esa falta de ritmo en muchos momentos que sigue siendo uno de los principales defectos, a pesar de haber cambiado de director para esta segunda entrega. También los momentos cómicos caen de nivel, buscando la gracia con recursos un tanto trillados y mucho menos imaginativos que en la primera entrega, especialmente en el arranque de la película.

Tampoco los diálogos tienen demasiada chispa, con algunos momentos muy pobres y en cuanto al reparto, tanto Paul Hogan como Linda Kozlowski mantienen el aceptable nivel de la primera película, pero los secundarios ya no tienen el mismo nivel, quizá penalizados también por interpretar unos roles muy estereotipados, como los narcos Rico y Miguel (Juan Fernández) o Leroy (Charles Dutton), el amigo neoyorquino de Cocodrilo Dundee. John Meillon, sin embargo, sigue con el encanto de la primera parte, favorecido por un personaje que se hace muy simpático por su picardía algo torpe y su edad.

Sin embargo, a pesar de las limitaciones, Cocodrilo Dundee II mantiene el tipo en relación con la primera película de manera bastante digna, sobre todo porque la trama con los narcotraficantes, a pesar de su elementalidad y previsibilidad, da el suficiente juego como para lograr un film entretenido dentro de su modestia.

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