El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 12 de enero de 2023

Populaire



Dirección: Régis Roinsard.

Guión: Régis Roinsard, Daniel Presley y Romain Compingt.

Música: Rob y Emmanuel D'Orlando.

Fotografía: Guillaume Schiffman.

Reparto: Romain Duris, Déborah François, Bérénice Bejo, Shaun Benson, Mélanie Bernier, Nicolas Bedos, Miou Miou, Eddy Mitchell, Féodor Atkine, Frédéric Pierrot.  

Rose Pamphyle (Déborah François) trabaja en la tienda de su padre en un pequeño pueblo francés, pero esa vida no la satisface. Ella sueña con ser secretaria, por lo que un día se va a Lisieaux en respuesta a una oferta de trabajo.

Populaire (2012) es un film desequilibrado: empieza como un modesto cuento romántico y termina siendo algo entre absurdo y pretencioso.

La primera parte de la película, la más sencilla y con un punto de ingenua naturalidad, es sin duda fresca y contiene un encanto que procede en parte de la hermosa fotografía de Guillaume Schiffman y una meticulosa ambientación en los años cincuenta del siglo pasado, con todo el encanto de los diseños de aquella época. 

Además, la historia de la chica de pueblo que busca cambiar de vida y la atracción latente entre la joven y su jefe, Louis (Romain Duris), nos deparan momentos intensos y divertidos, dentro de un tono ligero y alegre que hace que los minutos pasen veloces mientras disfrutamos de los encuentros y desencuentros de los protagonistas y especialmente de la maravillosa interpretación de Déborah François, una joven con un encanto especial que llena la pantalla de frescura. Romain Duris tampoco desentona y consigue mantener el tipo frente a la deliciosa Rose.

Hubiera bastado con continuar en esa línea, llevar al espectador al deseado romance entre Louis y Rose y la historia hubiera funcionado prácticamente sola. Pero es entonces cuando la película se vuelve pretenciosa y cansina, prolongando los concursos de mecanografía del ámbito local al nacional y después al mundial. Y entonces la historia pierde frescura y originalidad y cae en lo predecible, los excesos, se fuerzan las situaciones hasta extremos absurdos, como pintar a la campeona de Francia de mecanografía como una completa estúpida pretenciosa y hacer de Louis un personaje odioso, forzando demasiado el esperado conflicto con Rose hasta convertirlo en ilógico.

Porque en el diseño de Louis tenemos otra de las graves lagunas del relato. Es un personaje que no terminamos de entender: parece seguir enamorado de su amor de juventud y que se hubiera resignado a haber perdido el amor de su vida, con lo que resulta lógica su soltería y ausencia de relaciones. Pero no dejan de ser conjeturas y cuando pensamos que se está enamorando de Rose, vuelve su comportamiento extraño, de manera que nunca tenemos claros sus sentimientos y queda siempre la duda de si apoya a Rose por cabezonería personal o un interés sincero y romántico. Nada se resolverá hasta el último minuto y cuando lo hace es de un modo demasiado estereotipado como para resultar hermoso y conmovedor.

Entre la deriva de la historia a los concursos y la extensión del metraje en escenas que no aportan nada de profundidad al relato, Populaire pierde su gracia y nos empieza a recordar demasiado a producciones norteamericanas de superación personal tan estereotipadas como intrascendentes. La lucha de Rose por el título mundial pierde interés, pues sabemos el resultado de antemano, y la reconciliación de Louis y Rose, tan previsible como absurdamente resuelta, carece de emoción y hasta de romanticismo, convirtiendo el encuentro final en algo forzado, de postal barata, arruinando el encanto con el que nos había ilusionado el comienzo del film.

Al tratarse del debut del director en un largometraje esperemos que aprenda de sus errores y no se lance tan descaradamente hacia lo fácil y trillado, pues viendo el inicio de su historia adivinamos que podría ofrecernos mucho más de lo que finalmente hace: un film que busca desesperadamente ser resultón perdiendo su esencia y su gracia.

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