El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

A 23 pasos de Baker Street



Dirección: Henry Hathaway.

Guión: Nigel Balchin (Novela: Philip MacDonald).

Música: Leigh Harline.

Fotografía: Milton Krasner.

Reparto: Van Johnson, Vera Miles, Cecil Parker, Patricia Laffan, Maurice Denham, Estelle Winwood, Liam Redmond, Isobel Elsom, Martin Benson, Natalie Norwick, Terence de Marney.

El escritor Phillip Hannon (Van Johnson), que se ha quedado ciego, escucha en un bar una extraña conversación que parece ser la planificación de un delito. Aunque informa a la policía, esta no se toma muy en serio el relato de Hannon.

A 23 pasos de Baker Street (1956) es un film de intriga que ya en el título, donde rinde homenaje a Sherlock Holmes, nos indica por donde van a ir los tiros. Para darle aún un toque más de emoción a la investigación, el protagonista está ciego, lo que lo vuelve tremendamente vulnerable y por lo tanto añade una nota más de peligro a sus pesquisas.

La idea inicial que da pie a la historia me pareció realmente atractiva: una conversación escuchada a medias por casualidad que despierta las sospechas de Hannon, si bien cuenta con muy pocos elementos de los que poder tirar para resolver el caso. De ahí que resulte muy lógico que la policía pase del asunto y ello explica que tenga que ser el propio Hannon, con la ayuda de su criado Bob (Cecil Parker) y su antigua prometida Jean (Vera Miles), el que tendrá que intentar desentrañar el misterio.

Junto a la investigación, el guión también se centra en los problemas de Hannon a raíz de su ceguera, que lo ha aislado del mundo, le ha hecho renunciar a su amada y lo ha vuelto una persona arisca, sin apego a la vida. Sin embargo, precisamente al verse involucrado en su investigación hará que Hannon recupere el amor a la vida y acepte a su lado a Jean, que sigue enamorada de él.

Sin embargo, tras este esperanzador comienzo, el guión empieza a hacer aguas demasiado pronto. Con el tremendo error de no presentar nunca a los villanos, que quedan en la sombra todo el tiempo, solamente el ver en qué derivan las sospechas de Hannon y cómo se resuelve el misterio mantiene nuestro interés en medio de un desarrollo demasiado lento, con escenas insustanciales que se alargan en exceso y algunos detalles que no terminan de resultar muy lógicos, como cuando intentan matar a Hannon y en lugar de empujarlo al vacío lo dejan en el edificio en ruinas esperando que se caiga él solo. Incluso el progresivo acercamiento de Jean y Hannon no está tratado de una manera correcta, dejando el romance en algo demasiado frío como para resultar estimulante.

En todo el núcleo central solamente el personaje de Bob aporta algo de sal a la historia, aportando al menos unas genuinas notas de humor que amenizan el desarrollo.

Pero si las investigaciones no resultan demasiado brillantes, es en el desenlace cuando el guión demuestra todas sus fisuras, resolviendo el caso de manera precipitada y sin ninguna emoción. El colmo de lo absurdo es convertir al malvado que Hannon había escuchado en el bar al principio de la historia en una mujer, en un giro tan inesperado como absurdo que no añade nada más que un punto de incredulidad innecesario y del todo prescindible.

El resultado es un film con el innegable atractivo de toda historia de intriga, pero con la impresión de que no se le ha sacado todo el partido que encerraba el argumento, ni por el desarrollo del mismo ni por el acierto del director a la hora de darle más intensidad a la película. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario