El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 16 de noviembre de 2023

Hombres de presa



Dirección: Richard Wallace.

Guión: Borden Chase y John Twist (Novela: C.E. Scoggins).

Música: Leigh Harline.

Fotografía: Harry J. Wild y W. Howard Greene.

Reparto: John Wayne, Laraine Day, Cedric Hardwicke, Judith Anderson, James Gleason, Anthony Quinn, Grant Withers, Paul Fix, Fernando Alvarado, Harry Woods. 

Johnny Munroe (John Wayne) es un ingeniero contratado para construir un ferrocarril en los Andes. A los problemas de la obra se unirá su enfrentamiento con Frederick Alexander (Cedric Hardwicke), el magnate que lo contrató, por la relación de Monroe con su hija Maura (Laraine Day).

Hombres de presa (1947) es un drama bastante intenso en torno a la figura de un hombre que termina obsesionado por su trabajo. La idea no es para nada despreciable, pero el problema reside en un enfoque demasiado atado a su tiempo y que visto en la actualidad parece algo excesivo, teatral. Además, el guión no consigue realmente penetrar con rigor en todos los temas que pretende abarcar, que son varios, con un resultado algo vago.

El eje principal de la historia es la figura de Johnny Munroe, un ingeniero ambicioso entregado a su trabajo en cuerpo y alma. Al principio, su comportamiento sigue unas pautas más o menos normales dentro de su pasión por lo que hace. Pero cuando su esposa Maura lo abandona, al no resistir más la vida a su lado, siempre ausente a causa del trabajo y cada vez más estresado, y la construcción del túnel para el tren fracasa, Munroe se vuelve de pronto otra persona, sin sentimientos, agresiva y dura con los que lo rodean. Y es aquí cuando comprobamos que el guión no ha resistido muy bien el paso del tiempo, pues el cambio del protagonista es demasiado brusco y su comportamiento excesivo a todas luces. Es un enfoque muy cinematográfico, pero sin matices, de manera que no resulta del todo convincente. Responde a una época en que los dramas de Hollywood tendían al exceso como medio de intentar impresionar al espectador.

Pero tampoco el romance de Munroe y Maura parece enfocado de manera sencilla y de nuevo se cargan un tanto las tintas, pero sin llegar de verdad a mostrar el lado más íntimo de la relación, que vuelve a parecer un tanto teatral, tal vez porque el guión no termina de profundizar en el personaje de Maura. En general, este es un aspecto que se podría extender a todos los personajes de la cinta, que se quedan más en los aspectos más superficiales que en personas de carne y hueso.

Tal vez en donde el argumento sí que está más centrado es en el enfrentamiento entre Munroe y Alexander, pues éste sí que está al fin bastante definido. Pertenece a una aristocracia antigua, defensora de su posición, elitista y anclada en el pasado y su choque con Munroe está más que justificado, pues es una persona de una clase inferior y Alexander no puede tolerar que se interese por su hija, para la que planea un futuro esposo acorde con su posición. 

Pero quitando este detalle, la película resulta un tanto confusa en muchos aspectos y a pesar de su duración bastante larga no consigue formar un relato sólido pero, sobre todo, convincente sobre la persona de Munroe y sus problemas y relaciones personales, tendiendo más hacia el drama un tanto burdo que a matices más inteligentes.

Es verdad que la historia va ganando intensidad conforme avanza, consiguiendo hacia el final los mejores momentos, pero siempre en un tono aparatoso que no llega a conmovernos realmente por el enfoque demasiado excesivo.

El resultado es una película aparatosa pero sin profundidad. Es más un espectáculo ardiente e intenso que un drama humano sencillo y por ahí pierde su poder de convicción.

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