El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Stardust



Dirección: Matthew Vaughn.

Guión: Jane Goldman y Matthew Vaughn (Novela: Neil Gaiman).

Música: Ilan Eshkeri.

Fotografía: Ben Davis.

Reparto: Claire Danes, Charlie Cox, Sienna Miller, Michelle Pfeiffer, Ricky Gervais, Jason Flemyng, Mark Strong, Rupert Everett, Peter O'Toole, Robert De Niro, Ian McKellen (narrador).

Para conseguir casarse con Victoria (Sienna Miller), el joven Tristan (Charlie Cox) se adentra en un misterioso territorio vecino de su pueblo para capturar una estrella caída del cielo y llevársela a su amada.

Stardust (2007) es un cuento y como tal tiene unas pautas muy marcadas, como el triunfo del amor verdadero, el camino del joven protagonista de su inmadurez a la edad adulta, las fuerzas del mal colaborando a esa madurez y a encontrar los valores fundamentales del ser humano (amor, lealtad, amistad, coraje) y la recompensa final que obtienen los corazones puros.

Puede que este breve resumen ahuyente a muchos espectadores desconfiando de un producto que parece enfocado en principio a un público infantil. Y hay que reconocer que la historia no es especialmente novedosa ni su desarrollo produce sorpresas. El guión es claro, los personajes definidos con bastante nitidez en sus rasgos más sobresalientes y el mensaje se ajusta a lo esperado en un cuento.

Y sin embargo, Stardust es más que todo eso y bajo la inocente apariencia infantil creo que está más orientado al público adulto, al menos en algunos guiños bien definidos, como la tendencia al mariposeo del capitán Shakespeare (Robert De Niro) y muchos instantes truculentos que jalonan la historia.

Para empezar, Stardust es una película preciosa a nivel visual. El cuidado de la ambientación, con palacios suntuosos, pueblos con aire medieval y hermosos paisajes, convierten el desarrollo de la cinta en un espectáculo hermoso. Pero además, la historia rebosa de magia y fantasía, con una acumulación de personajes, embrujos y misiones que no dejan de convertir la historia en una fuente de sorpresas constante. Hay brujas, príncipes malvados, espíritus, encantamientos, una estrella convertida en la encantadora Yvaine (Claire Danes), un pirata con buen corazón, una madre esclavizada... El mérito del guión es hacer que todos estos elementos un tanto tópicos encajen con precisión en el relato, que desborda además de humor del bueno, siempre presente sin desentonar, sin caer en el chiste fácil, sin pretender acaparar demasiado protagonismo. Pero esta ahí, aportando la sal necesaria para sacarnos unas risas en los momentos más inesperados, al tiempo que en otros momentos la historia se vuelve oscura, cruel incluso. De ahí que no sea un relato para niños, al menos no me lo pareció.

Si además de todo ésto, le añadimos el regalo de contar con un reparto soberbio, el resultado es casi perfecto. Así, tenemos a una maravillosa Michelle Pfeiffer como la bruja Lamia, un papel delicioso en su maldad no exenta de un perverso sentido del humor. La actriz le da una presencia inigualable a su personaje, que se apodera de la pantalla en cada aparición. Otro lujo es ver a Robert De Niro como un bondadoso pirata. Su personaje es tierno y muy divertido y me gusta pensar que el actor se divirtió tanto como nos deleita a nosotros.

Charlie Cox, al lado de estas figuras o del genial Mark Strong o Peter O'Toole, mantiene el tipo pero sin el carisma necesario tal vez. En cambio, Claire Danes me pareció la elección perfecta como estrella, pues es bella, dulce y resplandece cuando la cámara se centra en ella.

Tal vez la nota menos positiva la ponga en el desenlace. No es que defraude y de hecho responde en espectacularidad y humor a lo visto durante todo el film. El problema es que resulta quizá un poco pasteloso. No sé cómo se podría haber resuelto mejor, pero no es lo que más me ha gustado de la película. De hecho, bien analizada, creo que la cinta empieza muy arriba y poco a poco va bajando un peldaño conforme se desarrolla, tal vez por ser un tanto predecible o porque ya nos vamos acostumbrando a sus giros y nos sorprenden menos al final que en el comienzo.

A pesar de lo cuál, he de confesar que me pareció una gran historia, con algunos momentos sublimes y que ofrece un espectáculo lleno de buen gusto, mucho romanticismo y realmente entretenido. Aquellos que hayan visto La princesa prometida (Rod Reiner, 1987) pueden hacerse una idea aproximada del estilo de película que propone Matthew Vaughn, si bien son cuentos diferentes en muchos aspectos.

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