El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Locos en Alabama



Dirección: Antonio Banderas.

Guión: Mark Childress (Novela: Mark Childress).

Música: Mark Snow.

Fotografía: Julio Macat.

Reparto: Melanie Griffith, David Morse, Lucas Black, Cathy Moriarty, Meat Loaf Aday, Rod Steiger, Richard Schiff, John Beasley, Robert Wagner, Noah Emmerich, Sandra Seacat.

Cuando su marido le prohibe probar suerte en el cine, Lucille Vinson (Melanie Griffith) lo mata, lo decapita y parte con su cabeza rumbo a Hollywood.

Debut en la dirección de Antonio Banderas que sinceramente se maneja con soltura en esta nueva tarea, dejando el protagonismo a su entonces mujer Melanie Griffith en una comedia muy negra que encierra más de lo que aparenta.

Porque podíamos pensar que Locos en Alabama (1999) explotaría su surrealista y macabro argumento para ofrecernos una comedia más o menos delirante en torno al viaje hacia la fama de un ama de casa en apariencia normal, salvo por el detalle de que viaja con la cabeza del marido como equipaje de mano.

Pero el relato nos adentra en caminos mucho menos disparatados. Para empezar, la historia se divide en dos relatos que van transcurriendo de manera paralela hasta confluir en un emotivo final.

Por un lado, el viaje de Lucille a Hollywood donde quiere probar suerte como actriz. Viaje que puede hacer porque se ha liberado de un marido odioso y por fin en muchos años puede hacer lo que realmente desea. Quizá falten episodios más alocados o intensos en su periplo, que no contiene en realidad grandes sucesos, salvo una vez que llega a Hollywood, donde el momento en que unos perritos descubren la cabeza de su marido es sin duda bastante divertido.

La otra parte de la historia transcurre en Alabama y se centra en el sobrino preferido de Lucille, Peejoe (Lucas Black), un joven de trece años que se verá involucrado en un triste episodio de la lucha de los negros por hacer valer sus derechos frente a una sociedad tremendamente racista, aún en 1965, cuando transcurre la acción. Esta parte de la historia sí que concentra los momentos más intensos y dramáticos, consiguiendo reflejar la triste segregación e injusticias a que eran sometidos los negros.

Finalmente, ambos relatos confluyen en el juicio de Lucille, apresada finalmente en San Francisco. Y es aquí donde Antonio Banderas ha reservado el grueso de su artillería, exponiendo finalmente todos los motivos que había ido acumulando Lucille para matar a su marido. Entendemos entonces que no es una mujer perturbada, ni siquiera mínimamente, sino una pobre esposa que ha sufrido en silencio durante muchos años el maltrato y las vejaciones de un hombre cruel y egoísta. Es tal el dolor que desprende su relato que casi justifica su crimen. O al menos resulta tan comprensible como para que el estrafalario juez Mead (Rod Steiger) la deje en libertad condicional.

Sin embargo, más allá de la historia, de su defensa de la justicia, la igualdad, la dignidad y la libertad que encierra, lo que hace de Locos en Alabama una película especial es el gran calado humano que Antonio Banderas sabe darle a la historia. Toda la cinta desprende ternura, cariño hacia sus personajes, con momentos verdaderamente logrados donde de manera sencilla pero precisa el guión logra adentrarse en los protagonistas, desvelando sus grandezas, sus miserias, incluso su dolor. Hasta los personajes secundarios tienen algo que aportar a este relato cargado de sensibilidad. Por ello estamos ante una película especial, porque, al contrario de lo que suele ser habitual, el argumento sabe llegar al fondo de la historia y no se queda en un mero espectáculo más o menos ameno. 

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