El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 24 de noviembre de 2023

El secreto de Convict Lake



Dirección: Michael Gordon.

Guión: Oscar Saul (Historia: Anna Hunger y Jack Pollexfen).

Música: Sol Kaplan.

Fotografía: Leo Tover (B&W).

Reparto: Glenn Ford, Gene Tierney, Ethel Barrymore, Zachary Scott, Ann Dvorak, Barbara Bates, Cyril Cusack, Richard Hylton, Helen Westcott, Jeanette Nolan, Ruth Donnelly, Harry Carter.

Tras fugarse de la prisión, cinco reos llegan al lago Monte Diablo y se encuentran un pequeño poblado donde solamente están en ese momento un grupo de mujeres y sus hijos.

Alejándose del clasicismo del género, El secreto de Convict Lake (1951) centra más el drama en el estudio de los personajes y cómo reaccionan según su naturaleza, y también dependiendo del entorno, que en la acción pura y dura típica del género. Estamos, por lo tanto, ante un western psicológico que conserva ciertos rasgos del periodo clásico, pero que ha perdido ya su naturaleza básica. Es decir, el drama que se narra en El secreto de Convict Lake podría suceder en cualquier otro género.

La historia enfrenta a un grupo de presos fugados a unas mujeres que se han quedado al cuidado de sus casas y ganado mientras sus esposos han partido en busca de plata. Se plantea pues una situación extrema en un espacio limitado donde se irán desvelando las pulsaciones, deseos, carencias y secretos que atañen a los dos grupos y que, forzados a convivir en esa estrecha relación, irán provocando reacciones inesperadas entre ellos.

El gran acierto del guión es saber ir caracterizando a todos los protagonistas con una precisión absoluta solamente con pequeñas pinceladas, breves momentos en que una mirada o una pregunta desvelan la tensión reinante y la manera de ser cada uno.

En este sentido, los mejores momentos del drama tienen lugar al comienzo, cuando vamos conociendo a los personajes: el afán de venganza de Jim Canfield (Glenn Ford); la amargura y los celos de Rachel (Ann Dvorak) hacia la que va a ser su cuñada, Marcia (Gene Tierney); la avaricia y astucia de Johnny Greer (Zachary Scott) o la enfermedad mental de Maxwell (Richard Hylton) que, a pesar de haber sido curado por esas mujeres, no es capaz de reprimir sus desordenados instintos sexuales. Rachel, por cierto, que me pareció el personaje más interesante del relato, con esas carencias afectivas, su propia represión, sus celos, la defensa del hermano hasta que comprende su maldad y se resigna con un doloroso acto de honestidad... sin duda, un personaje rico y complejo. 

Después, desgraciadamente, el interés y acierto inicial al plantear los conflictos irá decayendo al acercarnos al desenlace, donde el guión deja de tener la fuerza del principio y deriva hacia caminos mucho más convencionales, brindándonos el consabido final feliz donde se apuesta por la recompensa hacia los buenos actos de Jim y la posibilidad de tener una segunda oportunidad para rehacer su vida tras su injusta condena.

Uno de los puntos fuertes de El secreto de Convict Lake es sin duda el reparto, con un Glenn Ford que en esta ocasión me parece que hace un trabajo muy bueno acompañado de la fascinante Gene Tierney, uno de los rostros más dulces que nos ha dado Hollywood, y la soberbia Ethel Barrymore, haciendo honor al talento familiar. 

Pero además he de reconocer que me ha sorprendido el director, un hombre sin el reconocimiento ni la carrera de otros insignes colegas pero que demuestra un oficio genuino que le permite desarrollar un film sin acción y cargado de diálogos, magníficos por cierto, sin que se pierda en ningún momento tensión dramática ni se caiga en momentos de transición. Todo el desarrollo tiene fuerza y sentido y algunas escenas, como la de Rachel en el granero, están filmadas con indudable acierto.

Estamos ante un western bastante desconocido pero que sin duda sorprende gratamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario