El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 14 de noviembre de 2023

Life (Vida)



Dirección: Daniel Espinosa.

Guión: Paul Wernick y Rhett Reese.

Música: Jon Ekstrand.

Fotografía: Seamus McGarvey.

Reparto: Jake Gyllenhaal, Rebecca Ferguson, Ariyon Bakare, Olga Dihovichnaya, Hiroyuki Sanada, Ryan Reynolds. 

La Estación Espacial Internacional viaja de regreso a la Tierra con la cápsula Pilgrim 7, que ha recogido muestras en Marte. Entre ellas los tripulantes de la estación descubren una célula viva.

Life (Vida ) (2017) nos vuelve a enfrentar con los peligros que acechan a la humanidad en el espacio exterior. Es un tema recurrente de la ciencia ficción y la verdad es que siempre funciona bastante bien, porque por un lado nos previene hacia lo desconocido y de paso también pone en duda la curiosidad del ser humano que, sin las debidas precauciones, puede llevarnos al desastre.

Por lo tanto, la película no propone nada realmente original y eso resulta mucho más evidente para todos aquellos que sufrimos con Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979). Y por aquí es precisamente por donde se le ven las costuras a Life (Vida) pues, al lado de la obra maestra de Ridley Scott, se queda en poca cosa. Es el peligro de afrontar un argumento tan similar.

Pero no haría falta comparar el film de Espinosa con ningún otro para encontrarle bastantes debilidades. Para empezar, da la sensación de que el director lo fía casi todo a una ambientación cuidada y a los efectos especiales, pero descuida el resto.

Gracias a la primera nos metemos en la estación casi como un tripulante más, pero eso resta unidad visual a la cinta, de manera que las imágenes de los tripulantes flotando o boca abajo resultan muy fidedignas (o eso parece), pero llevan a cierta confusión y evitan que nos centremos más en lo esencial, el argumento, con lo que creo que despistan más que ayudan.

Los efectos especiales son muy buenos, en especial cuando el ser de Marte, bautizado como Calvin, aún es diminuto. Ahí sí que apreciamos la imaginación y el talento de una técnica que resulta fascinante. Pero una vez pasada la sorpresa inicial, tampoco es que sea un elemento que vaya a marcar las diferencias. Porque lo importante en este tipo de relatos es un argumento sólido y una puesta en escena que nos lleve al límite en cuanto a tensión, incertidumbre y miedo.

Y es por aquí por donde más se nota la falta de talento a la hora de plantear la historia. Por un lado, es bastante predecible lo que va a suceder, de manera que vamos casi siempre un paso por delante de las imágenes. Además, muchas de las decisiones de los tripulantes a la hora de enfrentarse a Calvin resultan ilógicas e incluso a veces estúpidas, lo que baja la intensidad de forma importante. Pero hemos de sumar también que los protagonistas no terminan de resultarnos cercanos, de manera que cuesta empatizar con ellos e incluso en los momentos más dramáticos es complicado sufrir con ellos, en parte porque el guión es tan poco imaginativo que conocemos el final de los pasajeros antes de que llegue y por lo tanto no hay sorpresa y el drama es menor.

Eso sí, visualmente Espinosa nos brinda muchas imágenes poderosas, con el estimable acompañamiento de una banda sonora poderosa, pero falta el contenido y la profundidad para convertirlas en memorables. Un buen ejemplo de la falta de originalidad del guión lo tenemos en el final, con el consabido engaño efectista, lo que vuelve a incidir en que la cinta busca más el resultado fácil que construir algo realmente ingenioso. 

¿Entretiene? pues sí, pero de un modo demasiado mecánico como para pasar de un simple pasatiempo.

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