El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 8 de diciembre de 2023

Deep Blue Sea



Dirección: Renny Harlin.

Guión: Duncan Kennedy, Donna Powers y Wayne Powers.

Música: Trevor Rabin.

Fotografía: Stephen Windon.

Reparto: Thomas Jane, Saffron Burrows, Samuel L. Jackson, LL Cool J, Jacqueline McKenzie, Michael Rapaport, Stellan Skarsgård, Aida Turturro.

Susan McAlester (Saffron Burrows) es una científica que busca una cura para el Alzheimer y para ello experimenta modificando el cerebro de los tiburones. El problema son los efectos secundarios que provoca.

A finales de los años 90 del pasado siglo se pusieron de moda este tipo de películas, mitad acción, mitad terror, protagonizadas por animales, como Anaconda (Luís Llosa, 1997) o Mandíbulas (Steve Miner, 1999), por ejemplo, un recurso que suele funcionar y que hunde sus raíces en la historia misma del cine.

Para llevar las riendas del invento se recurrió a un especialista en films de acción, Renny Harlin, que había brillado sobre todo con La jungla 2: Alerta roja (1990). Y siendo sinceros, todo el mérito de que Deep Blue Sea (1999) funcione correctamente como mero espectáculo de acción, tensión y efectos especiales hemos de agradecérselo al director, que sabe como insuflar vigor a un guión demasiado elemental y muy poco creíble.

Porque las bases "científicas" en que se asienta la historia son del todo absurdas y si no queremos desconectar de tanta fantasía, lo mejor es no hacerle demasiado caso a las explicaciones de Susan y centrarnos directamente en la montaña rusa de emociones a la que nos somete Harlin.

Tampoco el desarrollo es muy original y nos remite lógicamente a Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979) por la situación de un grupo de personas encerrados en un espacio y sin poder escapar mientras son acechados y eliminados por una bestia implacable. Aquí se reemplaza al extraterrestre por unos tiburones modificados genéticamente, pero la base del planteamiento es la misma. Curiosamente, al final me parecía mucho más creíble el tema del visitante del espacio que el de los tiburones, por raro que pueda ser. Imagino que en parte será por la maestría del film de Ridley Scott y que aquí, con un guión poco novedoso y un director con menos talento, se queda todo en un pasatiempo de usar y tirar.

A parte del tema poco convincente de unos tiburones super inteligentes, el otro lastre de Deep Blue Sea es un desarrollo demasiado previsible, con los sustos de rigor, el inevitable personaje gracioso y el desenlace más que esperado. Tampoco los personajes llegan a tener un peso suficiente, pues el guión ni se molesta en profundizar en ellos, ni siquiera en las relaciones más íntimas que se insinúan, pero sin ningún desarrollo. 

Y es que parece que Harlin ha preferido centrar todos sus esfuerzos en el espectáculo y al menos eso tenemos que agradecérselo, pues la historia arranca pronto con fuerza y ya no nos da un respiro hasta el mismo instante final. Aquellos espectadores que se contenten con esto, sin duda pasarán un rato entretenido de sustos y muertes espectaculares. Sin embargo, hemos de reconocer que Deep Blue Sea flojea en todo lo demás.

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