El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 30 de diciembre de 2023

Cruce de destinos



Dirección: George Cukor.

Guión: Sonya Levien e Ivan Moffat (Novela: John Masters).

Música: Miklós Rózsa.

Fotografía: F. A. Young.

Reparto: Ava Gardner, Stewart Granger, Bill Travers, Abraham Sofaer, Francis Matthews, Marne Maitland, Peter Illing, Edward Chapman, Freda Jackson, Lionel Jeffries. 

Año 1947. La India está en pleno proceso de independencia y los disturbios son continuos. El coronel Savage (Stewart Granger) es enviado al frente de un batallón para proteger el tráfico ferroviario en Bhowani.

Basada en una novela de John Masters, lo primero que llama la atención de Cruce de destinos (1956) es el tono tan melodramático de las dudas existenciales de la protagonista, Victoria Jones (Ava Gardner), una mestiza medio inglesa, medio india que no encuentra su lugar en el mundo. Fruto de esa búsqueda de su identidad, tendrá tres relaciones amorosas: con un mestizo como ella (Bill Travers), pero con una mentalidad totalmente opuesta a la de Victoria, con un hindú (Francis Matthews) y con un inglés, el coronel Savage.

Desde luego, estas dudas existenciales pueden resultarnos un tanto extrañas hoy en día, sobre todo por la sobreactuación tan extrema de Ava Gardner, que bordea casi siempre el límite de lo comprensible. A pesar de lo cuál, la actriz impone su presencia magnética con algunos momentos impactantes, en especial cuando aparece vistiendo los ceñidos trajes hindúes. Y es que la belleza de Ava Gardner conseguía que nos olvidáramos de cualquier defecto que pudiera tener su trabajo.

Cruce de destinos es pues la historia del drama personal de Victoria, debatiéndose entre su identidad y la situación convulsa de la India, cuya próxima independencia era también un motivo más de preocupación para los mestizos, pues si los británicos los consideraban ciudadanos de segunda, los indios seguramente serían aún más radicales hacia ellos.

Se sazona todo ello con una parte de thriller que no alcanza la densidad suficiente como para resultar muy interesante, pero sin duda cumple con la labor de aportar unas dosis de incertidumbre y dramatismo en los momentos finales.

Y hemos de convenir que el argumento aúna con buen pulso el drama de Victoria con el contexto histórico, aunque también es cierto que la atención que se le brinda a los conflictos políticos entorpece un tanto la parte más romántica de la historia, de manera que el enamoramiento de Victoria y el coronel se queda lamentablemente bastante empequeñecido cuando creo que debería ser un elemento clave del relato. Pero aquí nos volvemos a topar con los problemas de las adaptaciones al cine de obras literarias, normalmente más amplias que lo que permite la duración media de las películas, con lo que muy a menudo, como es el caso ahora, sentimos que se ha realizado un esfuerzo para condensar el argumento de la novela sin llegar a un resultado perfecto.

A pesar de sus limitaciones y cierta caducidad del mensaje, Cruce de destinos resulta un film realmente atractivo en muchos aspectos. Puede que no sea el mejor film romántico, ni el mejor de aventuras ni histórico, pero la mezcla de esos tres elementos, llevada con elegancia por George Cukor, nos ofrece un relato denso y por momentos apasionante. 

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