Dirección: Guy Ritchie.
Guión: Guy Ritchie, Ivan Atkinson y Marn Davies.
Música: Chris Benstead.
Fotografía: Alan Stewart.
Reparto: Jason Statham, Aubrey Plaza, Josh Hartnett, Hugh Grant, Cary Elwes, Bugzy Malone, Peter Ferdinando, Eddie Marsan, Max Beesley, Parker Sawyers.
Tras un misterioso robo, el servicio secreto británico encarga a Orson Fortune (Jason Statham) y su equipo averiguar todo lo posible sobre el mismo, pues no conocen ni qué se robó.
Es evidente que Guy Ritchie se ha sabido crear un estilo propio que, al igual que sucede con, por ejemplo, Quentin Tarantino, provoca una afiliación casi incondicional de sus seguidores. Sinceramente, no es mi caso. Encuentro que su estilo es muy personal, es cierto, y que tiene una gran facilidad narrativa, además de saber crear el espectáculo que esta época consumista y superficial necesita, con una meticulosa mezcla de sexo, acción y humor. Pero aún así no me seduce.
Todo ello lo podemos "disfrutar" en Operación Fortune: El gran engaño (2023) en una historia que parece beber de las películas de James Bond pero llevándolas un paso más allá en casi todo, especialmente en el apartado del argumento que, si bien sigue las pautas de la saga del agente 007, se complica muchísimo más, hasta el punto que resulta a veces confuso, cuando no absurdo. Se puede achacar a un error del guión, que no sabe simplificar las cosas para que podamos seguir la historia con más claridad, pero me inclino a pensar que todo ese montaje de nombres, misterios, personajes y engaños está ahí a propósito, es parte del show.
Porque lo que me parece evidente es que Guy Ritchie no busca un argumento que resulte coherente, sino sencillamente retorcer las cosas para que se adapten a sus necesidades y sus gustos, creando un conflicto que al final cede protagonismo a los personajes, un punto más allá de la normalidad, y a los diálogos, que, como en Tarantino, parecen reclamar para ellos mismos un apartado propio.
El resultado es puro entretenimiento vacío, un film que es una pose, un estilo que se come todo lo importante para reinar por encima de dramas, profundidades y coherencias. Solo importa el espectáculo, estar al día, deslumbrar a los seguidores, darles más ración de Guy Ritchie, que es para lo que van al cine.
¿Resulta un film entretenido? pues sí. Entre el lujo, las impresionantes localizaciones, los juegos tecnológicos imposibles, las peleas donde Jason Statham, el actor fetiche del director, se encuentra en su salsa, la música y tiroteos varios no tenemos tiempo de aburrirnos. Otra cosa es si con ello nos damos por satisfechos, si ese despliegue de fanfarria nos llena y nos seduce. Personalmente, me parece un film sin alma, un producto de consumo fácil pero intrascendente, mecánico, bien ejecutado pero hueco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario