Dirección: Walter Hill.
Guión: Alessandro Camon y Walter Hill (Novela gráfica: Matz y Colin Wilson).
Música: Steve Mazzaro.
Fotografía: Lloyd Ahern II.
Reparto: Sylvester Stallone, Sung Kang, Sarah Shahi, Jason Momoa, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Christian Slater, Jon Seda, Weronika Rosati.
Después de finalizar su último trabajo, los asesinos a sueldo James Bonomo (Sylvester Sytallone) y su compañero Louis Blanchard (Jon Seda) son atacados en un bar. Louis es asesinado, pero James pone en fuga a su asaltante y empezará a investigar quién y porqué ha querido eliminarlos.
Una bala en la cabeza (2012) es una adaptación de un cómic francés y ello puede servir para explicar la simplicidad de la trama, que se enfoca en la corrupción política y policial y que simplemente parece puesta ahí como mero telón de fondo para desplegar las escenas de acción, principalmente luchas y tiroteos, que en el fondo son la razón de ser de esta cinta.
Para ello se recurre a un viejo director curtido en este tipo de films. Los amos de la noche (1979) y Límite: 48 horas (1982) son dos de sus películas más populares. Hill llevaba unos años apartado de los platós, pero aporta su saber hacer logrando el ritmo necesario y la soltura imprescindible en las escenas de acción para que la cinta no defraude a quienes esperan que propuestas de este estilo cumplan con su cometido.
Sin embargo, no habría estado de más cuidar un poco el resto de elementos de la cinta, que al final se queda en muy poca cosa a nivel de argumento y protagonistas.
La trama es demasiado simple y se resume apresuradamente sin ningún tipo de profundización. Es un mero decorado y lógicamente ello perjudica la historia, que carece del mínimo interés y emoción. En consonancia con esta sencillez, los protagonistas se quedan en meras caricaturas, personajes de cartón piedra a los que cuesta tomar en serio y, por lo tanto, implicarse en sus problemas, como la relación de James con su hija Lisa (Sarah Shahi), que simplemente se insinúa recurriendo a los tópicos más elementales. La impresión es que hacía falta un personaje femenino para decorar el relato y se metió uno con calzador y punto.
Tampoco el personaje de Taylor Kwon (Sung Kang), el policía que colabora con James en la investigación, resulta demasiado logrado. Para empezar, el hecho de que se asocie con un asesino a sueldo resulta demasiado forzado y nunca termina de resultar convincente; pero además, Taylor no aporta realmente nada interesante al desarrollo de la historia y si su función era crear cierta tensión inicial entre los protagonistas que va evolucionando hacia el entendimiento final, tampoco este apartado termina de cuajar y se queda en algo demasiado insustancial. Si recordamos Límite: 48 horas comprenderemos fácilmente las debilidades de este enfoque en Una bala en la cabeza.
Afortunadamente para mí me gusta Sylvester Stallone, lo que hace más divertida la cinta gracias a su presencia. Es verdad, no es un buen actor, está encasillado en el mismo rol desde siempre, pero me resulta simpático precisamente por sus carencias, por encarnar personajes tan burdos que no te los tomas en serio, pero disfrutas con el prototipo de tipo duro. Es como John Wayne, que dejó de ser alguien de carne y hueso para convertirse en algo más. Stallone no es creíble, pero ahí reside su encanto: es un personaje de cómic, resulta casi grotesco, pero me fascina verlo repartiendo mamporros, soltando frases lapidarias y andando con afectación.
Pero, siendo sinceros, hemos de reconocer que Una bala en la cabeza es un film mediocre, sin más interés que disfrutar de este tipo de propuestas vacías pero que a veces apetece ver: un pasatiempo sin complicaciones, sin mensajes ni sorpresas; acción pura y dura, los buenos que triunfan y los malos malísimos que nunca se salen con la suya.
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