El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 12 de diciembre de 2023

El factor humano



Dirección: Otto Preminger.

Guión: Tom Stoppard (Novela: Graham Greene).

Música: Richard y Gary Logan.

Fotografía: Mike Malloy.

Reparto: Nicol Williamson, Iman, Richard Attenborough, Derek Jacobi, Robert Morley, Richard Vernon, Joop Doderer, Ann Todd, John Gielgud.  

En un departamento del servicio británico de inteligencia se están produciendo filtraciones a la Unión Soviética y todo parece indicar que el culpable es un tal Arthur Davis (Derek Jacobi).

El factor humano (1979) fue la última película que dirigió Otto Preminger y la verdad es que produce tristeza ver el pobre nivel de esta cinta. Preminger no se merecía una despedida así. Es el problema, a veces, de no saber retirarse a tiempo.

Se nota que la película tiene una sólida base en la novela de Graham Greene, que es la que le confiere la fuerza de un argumento tan inteligente como pesimista. Porque Maurice Castle (Nicol Williamson) es un traidor a su país por lealtad hacia un viejo amigo y hacia su mujer, Sarah (Iman), aunque no comulgue con las ideas comunistas y en el fondo sienta remordimientos por lo que hace. Pero lo triste es que los informes que filtra a Moscú son irrelevantes y los comunistas en realidad lo utilizaron simplemente para engañar al servicio secreto británico. Castle era un peón insignificante en una lucha que ni entendía. Pero ello fue suficiente para amargarle la vida, causar la muerte de un inocente y separarlo de lo único que en realidad le importaba: su mujer y su hijo. Una historia realmente triste y con un final más desalentador todavía que demuestra el talento de Graham Greene para tejer un conflicto tan sencillo y a la vez tan desolador sobre las guerras y sus consecuencias, sean estas en el campo de batalla o en los despachos, donde la vida de los simples soldados no vale nada.

Sin embargo, a esta brillante historia no le acompaña para nada su puesta en imágenes. La sensación que tenemos al ver El factor humano es que estamos ante un modesto film de serie B tan escaso de medios como de talento.

Para empezar, Preminger no logra captar la intensidad del drama y nos ofrece un desarrollo lento, frío y desangelado. Incluso la manera de resolver algunas escenas es tremendamente torpe, con los protagonistas estáticos frente a la cámara recitando los diálogos con desgana. Y es que la verdad, tampoco los actores están a un gran nivel, empezando por Nicol Williamson, carente de atractivo como para lograr que empaticemos con sus desgracias. Iman no es actriz, de ahí que se le pueda disculpar su trabajo, pero es una elección algo dudosa, pues al lado de Williamson no forman una pareja convincente.

Si le añadimos una fotografía pobre, la inclusión de secuencias totalmente innecesarias y un ritmo cansino, con una torpe inclusión de los flashbacks que jalonan la historia, tenemos una película bastante mediocre. Y lo más descorazonador es que el argumento resulta verdaderamente interesante y lleno de posibilidades, con lo que nuestra decepción aún es mayor.

El único interés de El factor humano es, finalmente, para aquellos a los que les guste recorrer toda la filmografía de Otto Preminger, un gran director con pequeños tropiezos como el presente.

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