Dirección: Theodore Melfi.
Guión: Allison Schroeder y Theodore Melfi (Libro: Margot Lee Shetterly).
Música: Hans Zimmer, Pharrell Williams y Benjamin Wallfisch.
Fotografía: Mandy Walker.
Reparto: Taraji P. Henson, Octavia Spencer, Janelle Monáe, Kevin Costner, Kirsten Dunst, Jim Parsons, Mahershala Ali, Glen Powell.
Katherine (Taraji P. Henson) es un genio para las matemáticas y trabaja en la NASA con sus dos amigas Dorothy (Octavia Spencer) y Mary Jackson (Janelle Monáe). Al ser negras, reciben un trato discriminatorio, pero su gran capacidad hará que se vayan ganando el puesto y el respeto de sus compañeros.
Basada en hechos reales, Figuras ocultas (2016) es una de esas películas impecables y moralmente gratificantes que llevan el sello de calidad impreso a fuego. Otra cosa es que el resultado esté a la altura de sus aspiraciones.
La necesidad de rescatar del olvido el trabajo de las tres protagonistas, con la dificultad añadida de ser mujeres y negras en la América de los años sesenta, creo que está fuera de toda duda. Su labor en la carrera espacial tiene la importancia suficiente para merecer un reconocimiento como el que le ofrece la cinta.
Además, se pone en evidencia la injusticia de la discriminación racial, con normas que parecen del todo ridículas, pero que eran una realidad dolorosa y vergonzosa que costó muchos años de lucha y sacrificios.
Así que desde el punto de vista del argumento, lógicamente con el necesario enfoque cinematográfico, no se puede decir que no estemos ante una historia con peso e interés suficientes. El problema viene con el tratamiento que le da Theodore Melfi, quizá demasiado apegado a las formas, demasiado enfocado a construir un discurso ameno y hermoso.
El primer escollo creo que lo tenemos en que la historia arranca con demasiada frialdad. Centrándose en la figura de Katherine, pero sin olvidar a sus dos amigas, de manera que el guión va armonizando sus historias con acierto, el desarrollo es impecable en cuanto a formas y ritmo, pero tremendamente frío. No hay nada especial que nos conmueva, y eso que lo narrado tiene su aquel: el racismo que obliga, por ejemplo, a Katherine a recorrer más de un kilómetro para poder ir al aseo. Pero el director parece no saber darle a la historia ese toque personal que nos lleve a participar con más intensidad de los problemas de las protagonistas.
Algo que al fin consigue ya bien entrada la cinta, con algunos pequeños momentos donde sí que al fin se vive la historia con algo de emoción, como en la pedida de mano de Katherine. Sin embargo, son momentos muy puntuales y aún en ellos el director no es capaz de librarse de ese toque frío que impregna todo el relato, de manera que la emoción está ahí porque el momento es especial, pero siempre con cierto freno que vuelve a llevar enseguida la historia al terreno de siempre.
Taraji P. Henson y Octavia Spencer afortunadamente están perfectas, con lo que la historia se hace muy agradable de ver gracias a su impecable trabajo. En general, el reparto me pareció muy bueno, aunque está claro que el peso recae sobre todo en Taraji, que hace que su personaje resulte entrañable.
En resumen, una película donde se demuestra que Hollywood sigue dominando el arte de hacer productos de apariencia impecable, desarrollo preciso y gradación dramática estudiada. Todas las piezas encajan, pero el resultado resulta demasiado prefabricado. Falta algo, quizá lo más importante.
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