El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 1 de diciembre de 2023

Espías desde el cielo



Dirección: Gavin Hood.

Guión: Guy Hibbert.

Música: Paul Hepker y Mark Kilian.

Fotografía: Haris Zambarloukos.

Reparto: Helen Mirren, Aaron Paul, Alan Rickman, Barkhad Abdi, Jeremy Northam, Iain Glen, Phoebe Fox, Carl Beskes, Richard McCabe, Tyrone Keogh, Babou Ceesay, Lex King, Daniel Fox. 

La coronel Powell (Helen Mirren) dirige una operación para capturar a dos de los terroristas más buscados del grupo Al-Shabaab. La intención es capturarlos con vida, pero al detectar un inminente atentado suicida, los planes cambian y se decide que deben matarlos.

Si algo debemos agradecerle a Espías desde el cielo (2015) es que no presenta la guerra desde el punto de vista de los vencedores, algo muy habitual, donde los héroes siempre están en el mismo bando. 

La cinta ofrece una reflexión muy acertada de los problemas que genera todo tipo de conflicto, en este caso la lucha contra un grupo terrorista, y que no todas las decisiones, sean militares o políticas, son siempre las más acertadas, lógicas o desinteresadas. Así, frente a cuestiones humanitarias o meramente jurídicas, la postura de la coronel Powell o el general Benson (Alan Rickman) es rotunda y no repararán en nada que no sea llevar a cabo la operación militar para acabar con los terroristas; incluso forzando las cosas hasta la manipulación de datos o la coacción. Es verdad que tienen razones importantes para hacerlo, pero con la excusa de salvar vidas inocentes no dudan en sacrificar a una niña, lo que plantea no pocas reflexiones humanitarias y filosóficas. ¿Es lícito sacrificar una vida para salvar en teoría otras?, ¿el fin justifica los medios? Cada uno debe decidir la respuesta. Y no es fácil.

Siempre se escucha hablar de los daños colaterales, una frase tan manoseada que muchas veces no reparamos en ella como es debido. Espías desde el cielo nos sacude en nuestros asientos exponiendo con claridad meridiana el doloroso significado de esa expresión. Creo que nadie puede permanecer insensible ante la muerte de la niña, lo que viene a corroborar el dolor que causa cada guerra, cada fanatismo, cada lucha de poder. 

El acierto de Gavin Hood es saber llevar al límite la emoción de un planteamiento muy escueto, pues toda la cinta gira en torno a esa sola operación para acabar con los terroristas, y hacer que el desarrollo no resulte nunca aburrido ni se estanque en momentos de escaso interés. El director sabe darle a la historia un desarrollo inteligente, alternando situaciones y localizaciones de manera siempre exacta, todo ello dirigido con precisión hacia el momento cumbre, cuando hay que lanzar el misil con el peligro de matar a la niña que vende el pan junto a la casa de los terroristas. Hood logra crear unos minutos de auténtica intriga y emoción con muy pocos elementos, conjugando perfectamente los tiempos y la angustia e intereses de los militares y políticos implicados. Un ejercicio que habla muy bien de su sentido del espectáculo y el dominio de los tiempos.

Sin embargo, más allá de lo acertada de la puesta en escena y el magnífico reparto, Espías desde el cielo merece nuestra atención por el dilema ético que plantea y que le da una dimensión muy interesante.

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