Dirección: Samuel Fuller.
Guión: Samuel Fuller.
Música: Dana Kaproff.
Fotografía: Adam Greenberg.
Reparto: Lee Marvin, Marl Hamill, Robert Carradine, Bobby Di Cicco, Kelly Ward, Siegfried Rauch, Perry Lang, Marthe Villalonga, Stéphane Audran.
Después de haber luchado en la Gran Guerra, un sargento norteamericano (Lee Marvin) vuelve al frente liderando un escuadrón de infantería en la Segunda Guerra Mundial.
Uno Rojo, división de choque era un proyecto largamente deseado por Samuel Fuller, pero diversos problemas con la industria hicieron que no viera la luz hasta 1980. La película tiene algo de autobiográfica, por cuanto el director participó en la Segunda Guerra Mundial en algunos de los escenarios que recorre el escuadrón protagonista: norte de África, Sicilia o Normandía.
La nota más característica de la cinta es el enfoque absolutamente personal de un guión en el que prima sobre todo la anécdota. La historia no sigue los cauces más habituales de un film de guerra, con grandes batallas; Fuller prefiere centrarse en su pequeño grupo de soldados, siempre en primera línea, siempre saliendo ilesos, como tocados por un ángel de la guarda. Así, la cinta se compone de pequeños capítulos que narran las diferentes misiones del escuadrón a lo largo de los años. Pero si creyéramos que este enfoque permite un conocimiento en profundidad de los protagonistas estaríamos equivocados. Fuller no profundiza demasiado, solamente da, al comienzo, unas breves pinceladas de cada uno de los cinco protagonistas, pero sin llevar eso al detalle.
Este planteamiento es que le da un aire extraño a la cinta, con una mezcla curiosa de distanciamiento y frialdad en muchos momentos, incluso eludiendo deliberadamente centrarse en las muertes, recurriendo a la elipsis, con otros detalles entre conmovedores y surrealistas. El resultado es un relato extraño que incide claramente en lo cruel de las guerras, el dolor que causan en soldados y civiles, sean del bando que sean. No hay un relato heroico, como era habitual en las películas de los estudios, sino que prima la experiencia del director, su peculiar visión de la guerra, con lo absurdo, lo cruel, el miedo, la fortuna y también la ternura, como en la escena del casco adornado con flores, el nacimiento de un bebé en un tanque o los cuidados del sargento hacia un niño rescatado de un campo de exterminio.
Uno Rojo, división de choque es un film irregular, con momentos en que se vuelve extremadamente lento y hasta cansino, pero con un sello personal muy marcado que le da una consistencia extraña. Todo aquel que empatice con ese enfoque del director sin duda disfrutará de un film bélico tan atípico como curioso.
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