Dirección: Courtney Hunt.
Guión: Rafael Jackson.
Música: Evgueni y Sascha Galperine.
Fotografía: Jules O'Loughlin.
Reparto: Keanu Reeves, Renée Zellweger, Gugu Mbatha-Raw, Gabriel Basso, Jim Belushi, Jim Klock, Sean Bridgers.
Richard Ramsay (Keanu Reeves) se enfrenta a un caso complicado: defender a Mike Lassiter (Gabriel Basso), un joven menor de edad, de asesinar a su padre cuando todo apunta a su culpabilidad y encima el acusado se niega a hablar con Richard.
Toda película de juicios tiene un atractivo innato y si además, como en el caso de Toda la verdad (2016), intuimos que algo se oculta bajo una exposición de los hechos aparentemente diáfana, la intriga está asegurada.
Y eso que el desarrollo de la historia transcurre casi todo el tiempo en la sala del juzgado, lo que podría dañar el dinamismo del desarrollo. Solamente el guión se permite pequeños incisos que van aclarando algunos hechos y que cumplen con eficacia su misión de "airear" la historia.
Ramsay lo tiene todo en su contra desde el principio: Mike confesó el crimen, sus huellas están en el arma homicida y además no parece dispuesto a ayudar a su abogado en nada. El punto de partida es, por lo tanto, perfecto para engancharnos al desarrollo, toda vez que sospechamos que el abogado al final logrará salvar a su defendido. Las dudas que se plantean entonces son dos: cómo lo conseguirá y qué sucedió realmente, quién mató a Boone Lassiter (Jim Belushi).
Hábilmente, el guión juega sus bazas sin resultar especialmente tramposo ni manipulador; sencillamente nos desvela lo que necesitamos para seguir enganchados a la trama intentando adivinar el misterio de quien es el asesino. Y todo parece señalar a Loretta (Renée Zellweger), la esposa maltratada.
El peligro en estos casos es que el desenlace resulte demasiado forzado o demasiado sorprendente. Pero aquí no es el caso. La solución se revela bastante lógica y se acepta el giro por la necesidad del guión de mantener la intriga hasta el momento justo, con lo que las piezas encajan al final con cierto sentido y no tenemos la impresión de haber sido manipulados con alevosía. Hay, es cierto, una pequeña incongruencia (el detalle del reloj de Richard), que además se podría haber evitado fácilmente, lo que la convierte en absurda, pero se puede tolerar sin muchos problemas.
Otro detalle que juega a favor de Toda la verdad es la presencia de Keanu Reeves, un actor que nunca me gustó especialmente pero que aquí encarna con elegancia y credibilidad al abogado protagonista.
Pero no todo son aciertos y quizá se eche de menos una construcción mejor trabajada del guión y una puesta en escena más acertada, porque al final la película se desarrolla sin mucha fuerza y notamos que la historia ofrecía muchas más posibilidades de las que realmente Courtney Hunt es capaz de explotar. Su trabajo es sencillo, demasiado tal vez, y sin resultar desganado sí que termina por caer en cierta monotonía, echándose de menos una mayor profundización en los personajes, que se quedan reducidos al mínimo.
Sin ser un film excelente, Toda la verdad al menos mantiene el suspense de un modo lógico y resulta un pasatiempo sencillo y bastante decente.
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