Dirección: Anthony Mann.
Guión: Sam Rolfe y Harold Jack Bloom.
Música: Bronislau Kaper.
Fotografía: William Mellor.
Reparto: James Stewart, Janet Leigh, Robert Ryan, Ralph Meeker, Millard Mitchell.
Colorado Jim (James Stewart) persigue a Ben Vandergroat (Robert Ryan), acusado de matar a un shérif, para poder cobrar la recompensa y así recuperar su racho.
Tercer western de la serie que Anthony Mann rodó con James Stewart de protagonista, Colorado Jim (1953) es un film denso y oscuro inscrito dentro de los nuevos aires del género que surgieron en los años cincuenta del siglo XX y que profundiza sin rodeos en los más oscuro de la naturaleza humana.
En contraste con el western clásico, donde la línea entre héroes y villanos se definía con nitidez, Colorado Jim ofrece un punto de vista totalmente diferente. Así, todos los protagonistas masculinos presentan evidentes rasgos negativos que los convierten en malvados de uno u otro modo. Jim es un hombre profundamente amargado por la traición que sufrió a manos de una mala mujer y su resentimiento parece haberlo podrido por dentro. Está obsesionado con cobrar la recompensa que ofrecen por Ben y se comporta con una rabia y crueldad que no lo hacen muy diferente de cualquier bandido. El viejo Jesse (Millard Mitchell), un buscador de oro sin suerte, cede a la codicia y pacta con Ben su liberación cambio de que éste de lleve a una mina de oro. A pesar de su experiencia, Jesse se deja cegar por un sueño hasta descubrir su error demasiado tarde. Roy Anderson (Ralph Meeker) es un militar licenciado con deshonor por acostarse con una india, es un hombre dominado por la lujuria y con escasos escrúpulos. Y finalmente Ben es un asesino astuto que no duda en intentar enfrentar a sus captores y sembrar cizaña para intentar escapar; a pesar de ser un asesino, entendemos sus actos ya que, después de todo, intenta salvar su vida.
La única persona noble es la mujer, Lina (Janet Leigh), que es la única que se muestra compasiva con los demás y es sincera y noble en sus sentimientos. Ayuda a Ben creyendo en su inocencia y porque no desea la muerte de nadie, pero también ayuda a Colorado Jim cuando está herido. Lina es la menos egoísta del grupo y sus actos son bondadosos.
Colorado Jim relata el viaje de estos cinco personajes desde la captura de Ben hacia Abilene, donde será entregado a la justicia. Un camino donde se verán puestos a prueba por la naturaleza hostil y un grupo de indios que quieren vengar la afrenta cometida por Roy. Pero el verdadero drama tiene lugar entre los cuatro hombres, cada uno preso de sus debilidades y obsesiones.
Con unos diálogos realmente profundos y certeros, Anthony Mann construye una aventura intensa donde la tensión se palpa en cada escena y en la que juega con acierto con el misterio que rodea al principio a Colorado Jim, un hombre sin duda atormentado aunque no conoceremos la causa hasta bien entrada la película. El relato no pierde intensidad nunca y el enfrentamiento constante entre los protagonistas crea un clima opresivo y de constante peligro que nos atrapa y no nos da tregua.
Quizá el desenlace resulta un poco forzado, pero se explica por la necesidad de un final positivo, que ofrezca esperanzas sobre la posibilidad de perdón y cambio en el ser humano, algo que ya habíamos visto en otro western de Anthony Mann, Horizontes lejanos (1952).
Maravilloso James Stewart, capaz de ofrecer un ejemplo perfecto de hombre atormentado y al límite de sus obsesiones, que está perfectamente secundado por Robert Ryan, que destila maldad en cada frase, y una hermosa y compasiva Janet Leigh, maravillosa.
Como con las otras películas de Anthony Mann y James Stewart, que recomiendo encarecidamente, estamos ante un western imprescindible.
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