El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 6 de marzo de 2023

Cruzando el límite



Dirección: Fred Cavayé.

Guión: Fred Cavayé y Guillaume Lemans.

Música: Klaus Badelt.

Fotografía: Alain Duplantier.

Reparto: Vincent Lindon, Diane Kruger, Lancelot Roch, Liliane Rovère, Olivier Perrier, Thierry Godard, Olivier Marchal, Moussa Maaskri.

La vida de Lisa (Diane Kruger) y Julien (Vincent Lindon) cambia radicalmente el día en que Lisa es detenida acusada de asesinato.

Cruzando el límite (2008) parte de una premisa que suele funcionar muy bien, como demostró Alfred Hitchcock, y es la del inocente acusado de un delito que no cometió. La impotencia que siente el detenido se contagia al espectador, que desea que se resuelva el error y se haga justicia.

Con estos elementos en el punto de partida, en Cruzando el límite será el marido quién deberá tomar las riendas del asunto y procurar hacer justicia sacando a su mujer de la cárcel, ya que desgraciadamente los intentos legales de exculparla han fracasado. Para añadir aún un justificante más a la decisión de Julien, que ha de convertirse en un delincuente para liberar a su esposa, y hacerla mucho más necesaria a ojos del espectador, se suma el intento de suicidio de Lisa. Como vemos, se busca justificar moralmente el comportamiento de Julien, para que no lo veamos como un descerebrado y su decisión sea aceptable.

En cuanto al desarrollo de la historia, la verdad es que falta el componente de la incertidumbre, pues con el enfoque inicial y al desvelarse enseguida la inocencia de Lisa, sabemos de antemano cómo va a terminar la película. El reto de Fred Cavayé es dotar al desarrollo de la historia de la intensidad necesaria para que nos mantenga en vilo en la medida de lo posible y, aún sabiendo el desenlace, nos sintamos implicados y preocupados por los protagonistas.

Y el resultado es un tanto irregular. Por una parte, se agradece la sobriedad del planteamiento, sin recargar las tintas en el drama personal de Lisa más que lo imprescindible, y en dotar al desarrollo de cierta normalidad. Sin embargo, la idea de Julian de buscar la manera de liberar a su esposa resulta un tanto inverosímil y más cuando el guión intenta convencernos de los sesudos planes de Julian que, para más broma, los escribe en la pared del apartamento. Además, tenía la sospecha de que todos sus cálculos y planes al final no tendrían mucha utilidad y, efectivamente, la manera de liberar a Lisa sucede con una idea que se le ocurre a Julia por casualidad y resulta mucho más evidente y sencilla que sus sesudas elucubraciones murales.

La larga parte del film que transcurre entre la detención de Lisa y el desenlace debía sostener la tensión y el interés por el drama de los protagonistas y de nuevo aquí la película no logra alcanzar un nivel demasiado alto. Solamente la secuencia en la que Julien habla con un preso que se ha fugado en repetidas ocasiones (Olivier Marchal) para que le aporte información útil para su plan resulta realmente inspirada, conteniendo sin duda las mejores frases de toda la película. También el tiroteo en casa del traficante Martial (Moussa Maaskri) logra despertarnos un poco de un desarrollo un tanto monótono. Lástima que se trate de dos instantes breves, pues el resto no es demasiado apasionante y más sabiendo de antemano el desenlace.

Otro detalle que no terminó de convencerme y lastra el desarrollo de la película es la elección de Vincent Landon en el papel principal. Ya desde el comienzo no me pegaba como marido de Diane Kruger pero además su trabajo me pareció falto de vida, paseándose durante toda la película con cara de desgana, inexpresivo, con lo que restaba emoción a un argumento ya de por sí predecible. Tampoco los secundarios parecían la mejor elección, con el mismo defecto de Landon: inexpresividad, desgana y teatralidad. Diane Kruger, sin estar tampoco especialmente inspirada, al menos aportaba una nota de sufrimiento auténtico a su personaje.

En definitiva, un film con un comienzo esperanzador pero al que el guión y la puesta en escena no han conseguido sacarle todo el potencial, de manera que al final nos encontramos con una historia que transcurre sin gran emoción. 

Paul Haggis realizó un remake en 2010 titulado Los próximos tres días con Russell Crowe y Elizabeth Banks en los papeles protagonistas. 

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