Dirección: George Clooney.
Guión: George Clooney, Grant Heslov y Beau Willimon (Obra: Beau Willimon).
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Phedon Papamichael.
Reparto: Ryan Gosling, George Clooney, Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Marisa Tomei, Jeffrey Wright, Evan Rachel Wood, Max Minghella, Jennifer Ehle, Michael Mantell, Gregory Itzin.
Stephen Meyers (Ryan Gosling) trabaja como jefe de prensa para el candidato Morris (George Clooney) en las primarias del Partido Demócrata. Es un joven idealista, pero diversos acontecimientos pondrán a prueba sus convicciones.
Los idus de marzo (2011) confirma el talento de George Clooney detrás de la cámara, como ya apuntara con Buenas noches, y buena suerte (2005). Es un caso que nos recuerda también al de Robert Redford, capaz de la misma transición de galán a sólido narrador de historias.
Aquí Clooney vuelve a la arena de la política aunque su película es mucho más. Los idus de marzo, con la política como escenario, es un viaje sin adornos ni medias tintas a lo peor del ser humano, a sus debilidades más inconfesables. El resultado es un film apabullante, sombrío y certero.
El título nos remite a Julio César, traicionado y asesinado por sus amigos, y es ya una pista precisa de por dónde van los tiros. En Los idus de marzo no se acuchilla a nadie literalmente, pero las traiciones son tanto o más crueles.
Stephen cree en el candidato Morris y en las cosas hechas como debe ser, pero poco a poco los acontecimientos irán desvelando ese lado oscuro de toda persona y desmantelando su ingenuidad. Stephen será traicionado por sus propios actos y por los de los demás y entonces descubrirá el poder de su ambición. El cordero se convierte en un lobo y no tendrá freno en su venganza y en el camino para llegar a lo más alto.
Pero no es un problema de Stephen, Los idus de marzo tienen la virtud de enseñarnos el lado malo no de un individuo, lo que seria casi anecdótico, sino que todos los protagonistas son igual de egoístas y desalmados y los grandes principios, llegado el caso, se traicionan sin escrúpulos y la mentira es la única moneda de curso legal.
La trama se centra en la política, por lo que el mensaje no solamente resulta absolutamente creíble, sino que sospechamos que incluso se queda corto. Pero cuidado, porque quedarnos en ese mundo sería engañarnos. También la crítica de la cinta toca el periodismo y seremos los espectadores los que tendremos que extender las garras de la codicia, la mentira y la traición sin límite a todos los campos de actividad y relaciones humanas. Porque finalmente, la película es un viaje al lado más perverso de la naturaleza humana. Somos así, guardamos las apariencias, queremos ser buenas personas, justos, pero ¿qué sucedería si las circunstancias nos empujaran a nuestro límite? Nadie lo sabe sino se ve en esa situación. No hay respuesta teórica que sea creíble, como nos enseña Stephen.
George Clooney demuestra que su estilo como director tiene mucho de clásico. Huye del protagonismo y va hacia lo sencillo: una dirección tranquila, al servicio de la historia, con un notable buen gusto en la puesta en escena, la fotografía y la banda sonora. El resultado es una narración fluida y hermosa que nos sirve un plato muy amargo con delicadeza.
Y evidentemente, uno de los puntos fuertes de Los idus de marzo es el reparto, realmente espectacular. Ryan Gosling sigue creciendo día a día y es un actor capaz de mostrar cualquier tipo de registro con una fuerza sorprendente; desde la comedia al drama, la convicción que desprende es total. De Philip Seymour Hoffman no vamos a descubrir nada nuevo ahora, con decir que lo situaría entre los mejores actores de la historia es suficiente. Y Paul Giamatti es otro de esos actores que nunca defraudan, nunca. Y además, contamos con George Clooney como actor, impecable, o Marisa Tomei, que me encanta desde sus primeras películas, y rematamos con la desconocida y sorprendente Evan Rachel Wood, que ojalá tenga la oportunidad de confirmar lo que apunta en esta película.
Los idus de marzo es un film notable. Es certero cuando muestra las debilidades humanas, es contundente con el mundo de la política, donde todo se compra, donde no hay más principios que la lucha despiadada, y es creíble porque no se excede, no busca adoctrinar ni es moralista, nos pone frente a un espejo y de ahí que el resultado resulte irrefutable, y muy doloroso.
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