El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 17 de marzo de 2023

El padre



Dirección: Florian Zeller.

Guión: Florian Zeller y Christopher Hampton (Historia: Florian Zeller).

Música: Ludovico Einaudi.

Fotografía: Ben Smithard.

Reparto: Anthony Hopkins, Olivia Colman, Rufus Sewell, Imogen Poots, Olivia Williams, Mark Gatiss. 

Anne (Olivia Colman) intenta encontrar a una asistenta que cuide de su padre, Anthony (Anthony Hopkins), que vive solo y es ya muy mayor, pero él cree que no necesita a nadie y puede valerse por sí mismo.

El padre (2020) afronta un tema tan delicado y doloroso como la demencia senil, por lo que es un film bastante duro de digerir, especialmente para todos aquellos que han debido pasar por situaciones parecidas a las que describe la película. A pesar de la elegancia con la que trata el tema Florian Zeller, el resultado es un relato demoledor.

Hay dos maneras de afrontar la manera de contar una historia así. La más convencional, y que sería la que nos viene a la cabeza inmediatamente, es un relato donde vayamos viendo, desde fuera, el declive de Anthony. Sin embargo, Zeller opta por un enfoque diferente que resulta mucho más contundente: vivimos el declive de Anthony desde dentro, haciendo que veamos los hechos desde su perspectiva. Al principio resulta algo confuso, pues asistimos a sucesos que no sabemos bien si son verdad porque se contradicen aparentemente entre sí. Poco a poco, las piezas van encajando. Lo que sucede es que el director ha optado por confundir al espectador sobre la realidad, el paso del tiempo, los recuerdos y las personas de la misma manera que sucede en la mente enferma del protagonista. El resultado es que durante buena parte de la película estamos tan despistados como Anthony sobre quién es la persona que está sentada en su salón, por ejemplo, o sobre los planes de su hija, que afirma que va a irse vivir a París y momentos después lo niega. Al igual que él, luchamos por averiguar qué está sucediendo en su vida.

Es un enfoque sin duda muy inteligente y la manera más precisa y sencilla de ponernos en la piel de Anthony ya que, como él, pasamos buena parte de la película preguntándonos qué es real y qué no y al final comprendemos exactamente el sentimiento de desorientación del protagonista.

Filmada con un ritmo pausado, sin prisas, y con suma elegancia, Florian Zeller no se deja llevar por lo melodramático, no carga las tintas con escenas fuertes, sino que todo transcurre con aparente normalidad dentro del deterioro del anciano. No necesita de efectismos baratos ya que la fuerza de lo que describe, unido a la manera en que lo hace, son lo bastante claras para que el mensaje nos sacuda con la fuerza necesaria para no dejarnos indiferentes.

Además, el director cuenta con la ayuda inestimable de Anthony Hopkins, premiado con el Oscar por un trabajo preciso y sobrio, salvo algunas pequeñas licencias con la risa nerviosa, con lo que el resultado es impecable; lo mismo que Olivia Colman, conmovedora sin histrionismos, de una naturalidad en el dolor que te taladra. Y a pasar de su breve intervención, me gustaría también destacar a Imogen Poots, que me parece una actriz con un encanto especial.

No creo que sea recomendable para según qué clase de personas, pero aquellos que se atrevan con El padre seguramente, a pesar de lo doloroso del relato, encontrarán que se trata de un film sincero, sensible y tremendamente acertado en su manera de tratar un tema tan complicado.

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