El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 22 de marzo de 2023

Sweet Virginia



Dirección: Jamie M. Dagg.

Guión: The China Brothers (Benjamin y Paul China).

Música: Will Blair y Brooke Blair.

Fotografía: Jessica Lee Gagné.

Reparto: Jon Bernthal, Christopher Abbott, Imogen Poots, Odessa Young, Jonathan Tucker, Joseph Lyle Taylor, Garry Chalk, Jared Abrahamson, Gabrielle Rose, Rosemarie Dewitt. 

Cansada de un marido que la engaña constantemente y haciendo planes con el dinero que supone que posee, Lila (Imogen Poots) contrata a un asesino para que mate a su marido, aunque termina matando también a dos amigos que estaban con él.

Nos estamos habituando a un estilo minimalista y con un ritmo lento, que se recrea en las imágenes, un cine sin prisa. Sweet Virginia (2017) se suma a esta moda o corriente pero no sé si la elección tiene más de estética o de práctica, pues la historia, contada con más agilidad, no creo que cubriera ni una hora de metraje.

El caso es que el argumento es bastante limitado: un sicario que mata a tres personas tiene que quedarse en el pueblo esperando que le paguen por el trabajo y termina relacionándose con el gerente de un motel, Sam (Jon Bernthal), que acabará enfrentándose a él.

Con pocos personajes, que terminan relacionándose unos con otros en la pequeña localidad donde transcurre la acción, Sweet Virginia peca quizá de demasiado simplista. La trama es muy elemental y tampoco en su desarrollo resulta apasionante; los personajes no adquieren una gran profundidad, quedando algunos detalles, como que Sam fuera una antigua estrella de los rodeos, como simples anécdotas que tampoco aportan nada. El guión se preocupa más por los detalles que por darle profundidad a la historia, de manera que todo se queda en la superficie, como un ejercicio de estilo, elegante es cierto, pero que es más fachada que otra cosa. 

Otro problema es que el relato apunta en varias direcciones que podrían dar cierto juego y diversificar la historia, pero que finalmente se quedan en nada, como elementos meramente ornamentales, pero sin peso específico.

Con un buen reparto, quizá lo más acertado de la película, Sweet Virginia es un thriller sin sorpresas, contando con estilo, pero que no llega a cautivarnos por nada en especial y que finalmente cumple con su cometido de entretenernos pero sin nada realmente memorable. Incluso con algunos minutos menos habríamos salido ganando.

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