El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 25 de marzo de 2023

Home at Seven



Dirección: Ralph Richardson.

Guión: Anatole de Grunwald (Obra: R. C. Sherriff).

Música: Malcolm Arnold.

Fotografía: Jack Hildyard y Edward Scaife (B&W).

Reparto: Ralph Richardson, Margaret Leighton, Jack Hawkins, Meriel Forbes, Campbell Singer, Michael Shepley, Frederick Piper. 

David Preston (Ralph Richardson) regresa a casa a las siete, como todas las tardes, y encuentra a su esposa (Margaret Leighton) muy preocupada por su ausencia de casa y del trabajo las últimas 24 horas. Pero Preston no recuerda nada de ese período de tiempo.

Única película dirigida por el gran actor Ralph Richardson, Home at Seven (1952) es un thriller realmente interesante elaborado con una sencillez increíble.

El protagonista no recuerda las últimas 24 horas de su vida, lo cuál podría haberse quedado en una anécdota sino fuera porque en ese período de tiempo tuvo lugar un robo en el club en el que el señor Preston es tesorero y el asesinato del camarero del mismo. Pero lo que realmente pondrá en serios aprietos al señor Preston es que, poco antes de que fuera asesinado, el camarero informó al presidente del club (Michael Shepley) que había visto al señor Preston cogiendo el dinero de la caja fuerte.

El problema para Preston es que no tiene manera de probar su inocencia al no recordar nada del día anterior. Incluso podría ser verdad que cogió el dinero, pues se desvela que tenía ciertas dificultades económicas. ¿Y si robó el dinero y asesinó al camarero?

Desde el principio, vemos a Preston como un hombre honrado, sincero y con una vida rutinaria, por lo que no parece probable que sea ni un ladrón ni un asesino. Pero conforma avanza la historia, salen pequeños detalles a relucir que va sembrando dudas sobre él. Por ejemplo, lleva años mintiendo a su esposa sobre la hora a la que sale de trabajar y además confiesa que odiaba al camarero asesinado. Incluso le cuenta al médico que lo atiende que ha empezado a recordar detalles del día anterior y cómo escondió el dinero del club y el camarero lo seguía por el parque donde luego fue encontrado su cadáver.

El propio Preston se complica la vida con una mentira inocente que inventa para proteger su carrera en el banco y una vez que la policía descubre la mentira su futuro parece más negro que nunca. Hasta su amigo, el presidente del club, está convencido de su culpabilidad y parece no contemplar otra posibilidad.

El inteligente argumento, preciso como un mecanismo de relojería, va acorralando al señor Preston de manera que llegamos a dudar de todo, lo mismo que él, que acaba por convencerse que pudo haber cometido el robo y el asesinato. Asumiendo su inevitable condena, Preston intenta dejar sus asuntos en orden y aconseja a su esposa para que se asegure un futuro sin él lo más confortable posible.

Solamente el doctor Sparling (Jack Hawkins) parece tener las cosas claras con respecto a Preston, pero tampoco es que pueda aportar ninguna prueba que resulte concluyente.

La clave de Home at Seven no es la resolución del misterio sobre quién asesinó al camarero del club, ni aclarar el robo del dinero o qué le pasó al señor Preston para que perdiera la memoria. Todo ello se sabrá a su debido tiempo, resultando de una simplicidad y lógica aplastantes; pero lo que en realidad cuenta es la manera en que unos hechos casuales pueden alterar la vida de una persona, llevándolo a una situación desesperada y sin la posibilidad de defenderse, hasta el punto de que el propio implicado termina por convencerse de su culpabilidad. Son la fatalidad, la impotencia y la desesperación absolutas.

Home at Seven es una lúcida advertencia sobre la fragilidad de la tranquilidad de la vida de cualquier ciudadano, que puede verse sacudida de manera accidental y sin que pueda evitarse. Basta un pequeño incidente y toda una vida puede desmoronarse como un castillo de naipes.

Narrado con elegancia y naturalidad, Ralph Richardson se muestra contenido a la hora de contar la historia, evitando dramatismos innecesarios y confiándolo todo a un guión preciso donde todas las piezas encajan perfectamente y que tiene la fuerza suficiente para atraparnos en ese cúmulo de circunstancias que van cerniéndose sobre el protagonista. 

La película además cuenta con un magnífico reparto donde brillan el propio Richardson y Jack Hawkins, además de la naturalidad del resto de actores, con la única excepción de Michael Shepley que me pareció algo teatral.

Home at Seven es curioso film, modesto pero eficaz, que nos demuestra que para construir una buena intriga basta exclusivamente con un guión inteligente y todo marchará sobre ruedas.

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