El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 30 de marzo de 2023

El árbol del ahorcado



Dirección: Delmer Daves.

Guión: Wendell Mayes y Halsted Welles (Novela: Dorothy M. Johnson).

Música: Max Steiner.

Fotografía: Ted McCord.

Reparto: Gary Cooper, Maria Schell, Karl Malden, George C. Scott, Karl Swenson, Virginia Gregg, John Dierkes, King Donovan, Ben Piazza.

El doctor Joseph Frail (Gary Cooper) llega a un poblado minero en Montana y establece su consulta. Al poco de llegar, una diligencia es asaltada y una pasajera, Elizabeth (Maria Schell), queda gravemente herida. Frail cuidará de ella.

El árbol del ahorcado (1959) fue el último western de Delmer Daves y una de las últimas películas de Gary Cooper, que moriría dos años más tarde.

En línea con la nueva orientación del western, la película presenta a un héroe atípico, un médico que se desvive por sus pacientes, llegando a atenderlos gratis si no tienen con qué pagarle, pero que oculta un oscuro secreto en su pasado que le convierte en una persona resentida, solitaria y que puede llegar a ser cruel o incluso violento si se le provoca. Ya no estamos, por lo tanto, ante el héroe que ejemplificaba las mejores virtudes del hombre, típico del western clásico. Y en consonancia con esta nueva orientación, tampoco se muestran acciones ejemplares, sino que los protagonistas se mueven en un mundo ambivalente, donde los mineros, por ejemplo, se lanzan a la búsqueda de la mujer herida en el asalto a la diligencia para intentar salvarla, pero luego el hombre que la encuentra, "Frenchie" (Karl Malden), no duda en intentar violarla.

Tampoco la imagen que se ofrece de la sociedad de la época es ejemplarizante. Si en los westerns clásicos, de John Ford por ejemplo, la mujer era el pilar de la comunidad y el núcleo de unión de la familia, base de la sociedad, aquí tenemos a unas mujeres hipócritas, mal pensadas y chismosas, verdaderas serpientes que no dudan en juzgar y condenar sin pruebas a Elizabeth suponiendo un comportamiento deshonesto.

Pero incluso los malos no tienen una sola cara. Así, "Frenchie" puede ser una persona alegre y generosa, pero su problema es que no sabe controlar sus instintos sexuales, que le llevan a intentar violar por dos veces a Elizabeth, a pesar de los vínculos profesionales que los unen.

Ella, Elisabeth, también presenta rasgos de modernidad y no duda en trabajar duramente en la mina, como un hombre, en su lucha por labrarse un futuro. Tal vez en films de épocas precedentes se hubiera limitado a buscar un marido en quien apoyarse.

Ahora bien, es verdad que bien analizado el argumento tiene ciertos elementos que pecan de excesivos. Por ejemplo, el trauma de Frail: es normal que lo haya marcado, pero su comportamiento con Elizabeth resulta extraño pues, para apartarla de su lado, no es necesario ser tan desagradable. Al igual que con Rune (Ben Piazza) a quién trata, según cuadre, con comprensión o de manera despótica. Entiendo que es la manera de remarcar su trauma, pero a veces su comportamiento parece algo caprichoso y no se termina de entender su buen corazón con esos detalles tan desagradables.

Quizá ese sea el principal defecto de El árbol del ahorcado: a pesar de su modernidad en ciertos aspectos no deja de ser un tanto simplista en otros.

Sin embargo, donde pocas pegas se le pueden poner es en el reparto. Gary Cooper está impecable, con su característica calma y aplomo y vuelve a transmitir la integridad de todo un hombre hecho y derecho. Maria Schell resulta conmovedora en su recuperación y sabe también darle a su personaje una fuerza notable cuando ha de enfrentarse a su futuro. Pero sin duda el que destaca especialmente es el genial Karl Malden, todo un portento de expresividad sin resultar nunca excesivo; además, se beneficia de un personaje perfecto con el que demostrar todo su talento, tanto en los instantes de celebración como cuando muestra su cara más depravada.

Notable western, en definitiva, no solo para los amantes del género, sino que el drama personal de los protagonistas tiene la suficiente entidad como para enamorar a cualquier amante del buen cine.

La canción de la película, por cierto, es un clásico dentro de las bandas sonoras del género.

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