El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 5 de enero de 2024

15:17 Tren a París



Dirección: Clint Eastwood.

Guión: Dorothy Blyskal (Libro: Anthony Sadler, Alek Skarlatos, Spencer Stone y Jeffrey E. Stern).

Música: Christian Jacob.

Fotografia: Tom Stern.

Reparto: Spencer Stone, Alek Skarlatos, Anthony Sadler, Judy Greer, Jenna Fischer, William Jennings, Bryce Gheisar, Paul-Mikél Williams, Thomas Lennon, P. J. Byrne, Tony Hale.

Spencer (Spencer Stone), Alek (Alek Skarlatos) y Anthony (Anthony Sadler) son amigos desde la infancia. En el verano de 2015, en sus vacaciones, realizan un viaje turístico por Europa. Cuando están viajando en tren con destino a París, deberán hacer frente a un terrorista.

15:17 Tren a París (2018) es uno de los films más extraños de Clint Eastwood, un director que nos tenía acostumbrados a películas bastante interesantes, rozando la genialidad en algunas de ellas, y que ahora nos ofrece una historia que no tiene nada de cinematográfica y cuyo guión resulta tan insulso y torpe que cuesta creer que un director de su trayectoria pueda cometer tal traspiés.

Clint Eastwood parte de un hecho real y además tiene la idea tan curiosa de elegir a los propios protagonistas como los actores del film y, sinceramente, los tres realizan un trabajo encomiable. Hemos de reconocer su talento e imagino que también gracias a la buena dirección de Eastwood. El trabajo de los tres protagonistas y los minutos en que se enfrentan al terrorista en el tren son lo mejor de la cinta, lo cuál no dice mucho sobre la película, pues el 90% de la misma resulta bastante intrascendente.

Lo que no se entiende demasiado bien es el porqué de contar la historia desde la misma infancia de los tres amigos hasta llegar al momento crucial del tren. Realmente no había necesidad de ir tan atrás, especialmente porque todo lo que vamos conociendo de la infancia de los protagonistas está contado sin mucha emoción, con detalles de su paso por el colegio sin relevancia alguna. 

Puede que se justifique algo más el relato cuando ya entramos en la edad adulta de los tres amigos, en especial en lo referente a Spencer, sobre el que recae el mayor protagonismo, y cuya meta en la vida se enfoca a ayudar a los demás, algo que se expresa con una clara referencia a la religión, aunque la manera de hacerlo resulte bastante torpe. Se justifica, sobre todo, por el entrenamiento que recibe en el ejército, lo que le ayudará a enfrentarse al terrorista y salvarle la vida al viajero herido, pero el problema principal es que todo lo que precede al viaje en tren está expuesto de una manera nada eficaz, con un enfoque bastante frío, contando momentos intrascendentes sin que nada nos enganche al relato, llegando incluso a momentos de aburrimiento.

Por culpa de esta torpe presentación, torpeza que la convierte en especialmente larga por su falta de hechos relevantes, cuando llega el momento clave de la cinta, del que se nos va avisando desde el comienzo mismo, éste se hace demasiado breve y además, la resolución carece de incertidumbre y tensión. Es verdad que son momentos intensos, pero lo son, por un lado, porque antes de ellos no había sucedido nada interesante y, por otro, porque el dramatismo reside en los hechos en sí, pero terminamos con la impresión de que para contarnos eso no era necesario todo lo anterior. Tal vez la guionista pensó que el momento del tren no daba para un largometraje y quizá por ello se remontó a la infancia de los amigos, porque de otra manera no había gran cosa que narrar.

Y eso nos lleva a reflexionar si un hecho heroico como el presente justifica un largometraje. Tal vez habría otros medios de difundirlo, pero lo que me parece evidente es que en 15:17 Tren a París hay demasiado relleno como para poder considerarlo un film completo, con sentido y, sobre todo, con un discurso mínimamente cinematográfico. Lo que tenemos se parece más a un reportaje de noticiario, excesivamente inflado en su metraje, que a una historia con los ingredientes de un buen relato. 

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