Dirección: Dominic Sena.
Guión: Chad Hayes y Carey Hayes (Cómic: Greg Rucka).
Música: John Frizzell.
Fotografía: Martin Hunter y Stuart Baird.
Reparto: Kate Beckinsale, Gabriel Macht, Alex O'Loughlin, Columbus Short, Tom Skerritt, Shawn Doyle, Arthur Holden, Bashar Rahal.
Carrie Stetko (Kate Beckinsale) está destinada como marshall en una estación científica norteamericana en la Antártida. Justo cuando ya está a punto de terminar su estancia allí, aparece el cadáver de un científico y todo apunta a que fue asesinado.
Terror en la Antártida (2009) tiene un comienzo esperanzador (las escenas del avión son lo mejor de la cinta, tristemente) y se plantea una intriga bastante jugosa: un cadáver que apunta a un crimen pero sin aportar ningún indicio lógico y un escenario, el Polo Sur, lo suficientemente cautivador y temible como para aportar el escenario perfecto a cualquier thriller. Lamentablemente, en cuanto empieza a desenredarse el ovillo caemos en la cuenta de que el guión, la base que debía sostener todo el tinglado, es lo más flojo de la película.
No sé si el que la historia parta de un cómic puede influir en un guión tan pobre, seguramente, pero una fuente débil a menudo dio lugar a películas fascinantes, así que el problema creo que reside en el trabajo de los guionistas, que no han sabido sacar todo el potencial, que era bastante, de un planteamiento realmente con posibilidades.
Sin embargo, en lugar de desarrollar una trama compleja y cautivadora, los guionistas optan por un concepto mucho más simple y que basa el interés meramente en un par de escenas de acción que tienen poca fuerza, pues sabemos que la protagonista va a salir viva de los ataques del misterioso asesino. Además, si otro punto de interés era descubrir quién se escondía detrás de las gafas y el piolet, cuando al fin se desvela su identidad nos quedamos tan fríos como el propio entorno, pues se trata de un personaje que solo había aparecido durante cinco segundos con anterioridad, con lo que su relevancia en la historia es nula.
Claro está que los guionistas, siguiendo el manual del perfecto vago, no se olvidan tampoco del típico giro de última hora en la que se desvela el cerebro oculto tras todo el asunto, que ni sorprende ni convence, dando la impresión de ser un recurso necesario según su idea de un guión ingenioso, pero que no encaja de una manera coherente y es simplemente la supuesta guinda al pastel.
Pero si el guión es insustancial y tópico, tampoco el director se muestra muy inspirado en la puesta en escena, tirando siempre por el camino más sencillo, con un trabajo rutinario que solamente cumple con lo mínimo esperable de un producto de cierto nivel.
A nivel de reparto, destacaría a Kate Beckinsale, más por su belleza que por otra cosa. Creo además que la única justificación para darle el protagonismo reside en su físico, pues tampoco es que encaje demasiado bien en su papel. Tom Sherritt es otro de los actores que funciona bastante bien, lo que demuestra que la veteranía es un grado. Y el resto, pues cumplen, pero sin nada especial, de la misma manera que todo el proyecto: entretenido si no le pedimos profundidad ni originalidad. Y es una pena, porque con poco que los guionistas se hubieran estrujado el cerebro algo más, la película habría podido ganar muchos enteros.
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