El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 15 de enero de 2024

Terror en la Antártida



Dirección: Dominic Sena.

Guión: Chad Hayes y Carey Hayes (Cómic: Greg Rucka).

Música: John Frizzell.

Fotografía: Martin Hunter y Stuart Baird.

Reparto: Kate Beckinsale, Gabriel Macht, Alex O'Loughlin, Columbus Short, Tom Skerritt, Shawn Doyle, Arthur Holden, Bashar Rahal.

Carrie Stetko (Kate Beckinsale) está destinada como marshall en una estación científica norteamericana en la Antártida. Justo cuando ya está a punto de terminar su estancia allí, aparece el cadáver de un científico y todo apunta a que fue asesinado.

Terror en la Antártida (2009) tiene un comienzo esperanzador (las escenas del avión son lo mejor de la cinta, tristemente) y se plantea una intriga bastante jugosa: un cadáver que apunta a un crimen pero sin aportar ningún indicio lógico y un escenario, el Polo Sur, lo suficientemente cautivador y temible como para aportar el escenario perfecto a cualquier thriller. Lamentablemente, en cuanto empieza a desenredarse el ovillo caemos en la cuenta de que el guión, la base que debía sostener todo el tinglado, es lo más flojo de la película.

No sé si el que la historia parta de un cómic puede influir en un guión tan pobre, seguramente, pero una fuente débil a menudo dio lugar a películas fascinantes, así que el problema creo que reside en el trabajo de los guionistas, que no han sabido sacar todo el potencial, que era bastante, de un planteamiento realmente con posibilidades.

Sin embargo, en lugar de desarrollar una trama compleja y cautivadora, los guionistas optan por un concepto mucho más simple y que basa el interés meramente en un par de escenas de acción que tienen poca fuerza, pues sabemos que la protagonista va a salir viva de los ataques del misterioso asesino. Además, si otro punto de interés era descubrir quién se escondía detrás de las gafas y el piolet, cuando al fin se desvela su identidad nos quedamos tan fríos como el propio entorno, pues se trata de un personaje que solo había aparecido durante cinco segundos con anterioridad, con lo que su relevancia en la historia es nula.

Claro está que los guionistas, siguiendo el manual del perfecto vago, no se olvidan tampoco del típico giro de última hora en la que se desvela el cerebro oculto tras todo el asunto, que ni sorprende ni convence, dando la impresión de ser un recurso necesario según su idea de un guión ingenioso, pero que no encaja de una manera coherente y es simplemente la supuesta guinda al pastel.

Pero si el guión es insustancial y tópico, tampoco el director se muestra muy inspirado en la puesta en escena, tirando siempre por el camino más sencillo, con un trabajo rutinario que solamente cumple con lo mínimo esperable de un producto de cierto nivel.

A nivel de reparto, destacaría a Kate Beckinsale, más por su belleza que por otra cosa. Creo además que la única justificación para darle el protagonismo reside en su físico, pues tampoco es que encaje demasiado bien en su papel. Tom Sherritt es otro de los actores que funciona bastante bien, lo que demuestra que la veteranía es un grado. Y el resto, pues cumplen, pero sin nada especial, de la misma manera que todo el proyecto: entretenido si no le pedimos profundidad ni originalidad. Y es una pena, porque con poco que los guionistas se hubieran estrujado el cerebro algo más, la película habría podido ganar muchos enteros.

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