El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 26 de enero de 2024

Atrapado con una mujer perfecta



Dirección: Tomáš Hoffman.

Guión: Jirí Vejdelek, Martin Horský y Tomáš Hoffman.

Fotografía: Jan Drnek.

Reparto: Petra Hrebícková, Ondrej Vetchý, Mirosláv Táborský, Jirí Langmajer, Tereza Kostková, Jenovéfa Boková, Matous Ruml, Kristína Svarinská, Ondrej Malý.

Cuando su marido (Jirí Langmajer) la deja por otra mujer más joven, Eliška (Petra Hrebícková) decide rehacer su vida aceptando un puesto de maestra en una pequeña población rural.

Atrapado con una mujer perfecta (2016) es una comedia romántica de la desconocida filmografía checa. Sin embargo, no hemos de esperarnos una película especialmente localista, salvo algunos contados detalles que muestran algo de la cultura del país, pues el proyecto sigue las pautas más convencionales del género.

De esta manera, la historia no dejar muchas sorpresas. La protagonista es una mujer que nunca ha necesitado trabajar, sustentada por un marido dentista que le proporcionaba la seguridad económica necesaria para que ella pudiera llevar una vida regalada con todos los caprichos que se le antojaban, lo que el director nos explica en los breves instantes de los títulos de crédito, dibujando a Eliška con total precisión.

Una vez que su marido la abandona, ella puede optar por intentar obtener todo lo que pueda por medio del divorcio o encauzar su vida por sus propios medios. Y es lo que hace, decidiéndose a trabajar como maestra.

Su llegada a un pueblo rural proporciona el contraste necesario entre la vida anterior de Eliška y la nueva realidad, teniendo además que sufrir la presencia del enterrador del pueblo, Bohumil (Ondrej Vetchý), un tipo huraño, sucio y maleducado. Lógicamente, no es difícil adivinar que el enfrentamiento inicial terminará en romance con el paso del tiempo.

Como vemos, un desarrollo de lo más ortodoxo que no le da a la cinta muchas posibilidades de sorprendernos y podría hacernos pensar que el resultado es un film bastante mediocre. Pues bien, no del todo, pero no gracias al argumento, sino a lo que rodea el romance y a los actores, que al final le dan cierto punto de gracia a la historia.

Para empezar, la película arranca bastante bien, con pequeños detalles cómicos que si bien no son espectaculares, sí que aportan algunas escenas con cierto gancho. Ello es muy notable al principio, mientras dura la presentación de la protagonista y sus nuevas circunstancias vitales. Luego, desgraciadamente, cuando el guión se adentra en la parte romántica, la historia pierde gracia y lo previsible del desarrollo termina por convertir la segunda parte en un relato bastante endeble.

Y aquí entran en juego los elementos secundarios para compensar la rutinaria evolución del relato. En especial la figura del alcalde, maravilloso personaje interpretado con una frescura envidiable por Mirosláv Táborský, sin duda el mejor personaje de la historia. 

Otro detalle interesante es cómo la película pone en valor la sencilla vida del campo, donde la escasez de lujos se suple con una vida más natural y tranquila, una alimentación sana y las entrañables costumbres ancestrales, incluidas las peleas de algunos matrimonios. Es cierto que el mensaje tampoco se subraya demasiado, pues el interés principal del guión es centrarse en la parte romántica, lo que no deja de ser un error, pues en todo lo que rodea a ese romance es donde se podría haber sacado más jugo, especialmente aprovechando la idiosincrasia de la República Checa.

A pesar de todo, la película se deja ver con agrado y, sin ser una comedia especialmente novedosa, sí que uno termina empatizando con la atractiva Eliška y disfrutando de esos finales tan perfectos que, aún siendo previsibles, nos dejan cierta sensación de bienestar. La felicidad es contagiosa.

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