Dirección: Gilles Paquet-Brenner.
Guión: Gilles Paquet-Brenner (Novela: Gillian Flynn).
Música: BT.
Fotografía: Barry Ackroyd.
Reparto: Charlize Theron, Nicholas Hoult, Christina Hendricks, Chloë Grace Moretz, Tye Sheridan, Corey Stoll, Sterling Jerins, Andrea Roth, Sean Bridgers, Glenn Morshower, Addy Miller, Natalie Precht, Madison Mcguire.
Siendo una niña pequeña, Libby Day (Sterling Jerins) sobrevive al asesinato de su madre (Christina Hendricks) y sus dos hermanas (Natalie Precht y Madison Mcguire) y su testimonio ayudará a condenar a su hermano Ben (Tye Sheridan) por dichos crímenes.
Lugares oscuros (2015) es uno de esos relatos que basan su eficacia y su gancho en el misterio que encierran y que no será desvelado hasta los minutos finales. Entonces, es evidente de que las claves de que el proyecto funcione correctamente se asientan en dos elementos: que la historia logre mantenernos interesados en los acontecimientos durante todo el metraje y que el misterio desvelado no nos defraude. Por desgracia, Gilles Paquet-Brenner falla en ambos, más por el guión que por su labor tras las cámaras.
El comienzo es prometedor, con el asesinato de tres miembros de la misma familia y la condena del hijo como responsable de los crímenes. Pero desde este mismo comienzo queda claro que hay algo extraño en todo lo sucedido y que el testimonio de una niña asustada parece demasiado frágil como para tomarlo en serio.
A partir de esta premisa tan atractiva, que nos recuerda al argumento de A sangre fría de Truman Capote, el guión empieza a mostrar sus carencias demasiado pronto. Por ejemplo, el club de fanáticos de los crímenes que se interesa por Libby (Charlize Theron), tras más de veinte años de los asesinatos, es un punto de una dudosa verosimilitud. Pero aún entonces, gracias a los acertados flashbacks que van jalonando la historia, el interés por conocer más detalles de la vida de Libby y, sobre todo, de si su hermano es el verdadero asesino, siguen ejerciendo un poder de seducción bastante eficaz sobre el espectador.
Lamentablemente, Gilles Paquet-Brenner empieza a alargar demasiado la historia, poblándola de demasiados momentos que más que agilizar el desarrollo lo enturbian, creando un progresivo cansancio en el espectador que incluso lleva a cierta pérdida de interés por el desenlace. No es que las ramificaciones y complicaciones de las indagaciones de Libby sobre lo acontecido a su familia no sean pertinentes, pero falla su resolución, creando un ritmo cansino que va debilitando la emoción hasta llegar a momentos verdaderamente aburridos.
Aún así, nos queda la esperanza de que el desenlace compense esos bajones y lo larga que se hace la película pero, desgraciadamente, cuando se desvela el misterio el golpe es bastante sonoro. Ni la explicación resulta convincente ni creíble y parece demasiado simple y a la vez compleja como para que nos deje un buen sabor de boca. No sé si a causa del desarrollo tedioso, pero llegué al final importándome bastante poco conocer la verdad.
Puede que parte de los problemas también se deban a que tanto Libby como el resto de personajes principales siempre me parecieron poco precisos y si falla el retrato de los personajes, sino empatizamos con ellos, todo el interés inicial se va desinflando sin remedio. Si encima la explicación resulta tan poco convincente, tenemos una historia que se hunde sin remedio.
A veces, lo más sencillo es lo mejor. Y seguir ciertas reglas incuestionables. Nada de eso sucede aquí y se ahí que al final resulte una historia sin nervio y que vivimos con bastante indiferencia.
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