El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 19 de enero de 2024

Despierta la furia



Dirección: Guy Ritchie.

Guión: Guy Ritchie, Ivan Atkinson y Marn Davies.

Música: Chris Benstead.

Fotografía: Alan Stewart.

Reparto: Jason Statham, Holt McCallany, Jeffrey Donovan, Jos Hartnett, Laz Alonso, Raúl Castillo, Deobia Oparei, Eddie Marsan, Scott Eastwood.

Patrick Hill (Jason Statham) consigue un puesto de trabajo en Fortico Security, una empresa de transportes blindados donde hace poco sufrieron un atraco en el que murieron dos de sus empleados y un civil.

Hay directores tocados por una especie de gracia o de suerte que hace que caigan bien al público en general, creando una especie de club de fans que incluso acoge a los críticos en su redil. Hagan lo que hagan, aunque sea mediocre, siempre sus incondicionales han de encontrar algo en que asentar sus alabanzas. Es el caso de Guy Ritchie, un director que no me resulta especialmente memorable pero que que logrado hacerse un hueco en el pequeño reino de directores queridos y admirados del cine contemporáneo. En el país de los ciegos, el tuerto es el rey.

Quisiera saber qué tiene de especial Despierta la furia (2021) para recibir tantas alabanzas. Estoy convencido que solamente por figurar el nombre de Guy Ritchie en la dirección. Sé que es imposible, pero me gustaría escuchar las críticas si se pusiera el nombre de otro director firmando la cinta.

Porque Despierta la furia no es más que una cinta de acción como otras muchas que se filman cada año. Una historia de venganza que, encima, no ofrece nada especialmente original, ni en el argumento ni en la puesta en escena. Bueno, sí que hay algo especial si nos referimos a que el director organiza la cinta en capítulos (que tampoco es un invento de ahora) y que juega con el desarrollo del relato avanzando y retrocediendo en el tiempo (de nuevo algo ya inventado hace años). Es la manera que tiene el director de intentar dinamizar un guión que hace aguas por todas partes.

Si bien al principio hay una cierta intriga sobre quién es realmente Patrick Hill y qué hace en la empresa de transportes blindados, en cuanto se desvela el misterio comprendemos que estamos ante un argumento reducido a la mínima expresión, con más puntos oscuros que verdades y donde cabría cualquier giro u ocurrencia que se pudieran inventar los guionistas. Todo es posible porque no hay más que una leve estructura diseñada para desarrollar las escenas de acción, que tampoco son para quitarse el sombrero, y poder dar forma a la figura del vengador imperturbable que tan bien se le da a Jason Statham, un habitual de Ritchie, y que vuelve a demostrar que el rol de tipo duro le sienta como un guante.

Por lo demás, nada especialmente memorable, con un argumento que se va desinflando lentamente hasta dejarnos con un final previsible, precipitado y poco trabajado.

Por cierto, estamos ante un remake del film francés de 2004 El transportista (Nicolas Boukhrief).

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