Dirección: Antoine Fuqua.
Guión: Richard Wenk.
Música: Harry Gregson-Williams.
Fotografía: Oliver Wood.
Reparto: Denzel Washington, Ashton Sanders, Pedro Pascal, Melissa Leo, Bill Pullman, Orson Bean, Sakina Jaffrey, Jonathan Scarfe, Adam Karst.
Robert McCall (Denzel Washington), un ex agente del gobierno, lleva una vida aparentemente anodina, pero se ocupa de ayudar a cualquier persona que lo necesite. Cuando su mejor amiga Susan (Melissa Leo) es asesinada, Robert no parará hasta dar con los culpables y vengar su muerte.
The Equalizer (El protector) (Antoine Fuqua, 2014) era un film de acción centrado en la figura de un justiciero anónimo que iba deshaciendo entuertos, al estilo de un Quijote moderno y bastante expeditivo. No era un film memorable, pero sí de esos productos que se realizan aparentemente sin mucho esfuerzo y que se prestan a varias secuelas, porque son productos de consumo fácil. The Equalizer 2 (2018) es su primer "retoño".
Quizá la nota más característica de esta entrega es que, sin renunciar a la acción, se centra más en aspectos personales de los protagonistas, dando detalles sobre el pasado de McCall y especialmente centrándose en su relación con su vecino Miles (Ashton Sanders), un joven que va camino de convertirse en un delincuente y al que McCall ofrecerá su ayuda, consejos y protección para sacarlo del mal camino.
Y con este detalle entramos en la parte más débil de la cinta: querer darle un sustrato de densidad a lo que es un film de acción bastante estereotipado. La idea me parece buena, cualquier cosa que amueble las escenas de acción siempre ayuda a crear una historia. Pero el problema es que en esta ocasión el guión se muestra tan moralizador y ñoño que casi consigue el efecto contrario al propuesto y en lugar de identificarnos con Robert McCall hace que parezca tan bueno que repele un poco. Es curioso, pero su cruzada salvadora y desinteresada resulta demasiado artificial como para convencernos y motivarnos.
Pero si el guión se muestra algo torpe a la hora de adentrarse en las intimidades del protagonista, tampoco mejora para nada en la parte del asesinato de la amiga de McCall. Ahí teníamos una intriga que parecía prometer momentos interesantes, pero de nuevo la resolución es demasiado simple, rutinaria y previsible, quitándole toda la emoción a esta parte del relato y dejándolo en un mero trámite para llevarnos directamente a la escena final, un duelo que puede recordarnos a los viejos westerns, y que tampoco ofrece nada novedoso, salvo este gusto de los films modernos por cebarse en los detalles más truculentos, como si mostrar al detalle las puñaladas y los golpes añadiera algo de calidad al producto.
Es cierto que la presencia de Denzel Washington le da cierta entidad a la película. Seguramente su presencia determinó el éxito de taquilla de la primera película y propició esta continuación, pues hemos de reconocer que es un actor que en este tipo de papeles resulta totalmente convincente. Otra cosa es que la producción esté o no a su altura, cosa que no sucede aquí.
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