El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 18 de enero de 2024

Larga vida y prosperidad



Dirección: Ben Lewin.

Guión: Michael Golamco (Obra: Michael Golamco).

Música: Heitor Pereira.

Fotografía: Geoffrey Simpson.

Reparto: Dakota Fanning, Toni Collette, Alice Eve, River Alexander, Patton Oswalt, Marla Gibbs, Michael Stahl-David, Jessica Rothe, Jacob Wysocki.

Wendy (Dakota Fanning) es una joven autista obsesionada con la serie Star Trek. Por eso, cuando la Paramount organiza un concurso de guiones sobre la serie, Wendy se pone a escribir uno.

Sin duda, Larga vida y prosperidad (2017) es de esas historias que te conquistan a base de sinceridad y sensibilidad. Es de agradecer que aún queden personas capaces de interesarse en películas tan sencillas y especiales y consigan contagiar esa ternura.

La historia se centra en Wendy, una joven autista, lo que sin duda nos recordará a Rain Man (Barry Levinson, 1988). Pero si la película protagonizada por Dustin Hoffman tenía un enfoque más comercial, la de Ben Lewin es un relato más pequeño, más intimista, pero también más auténtico y sincero. Quizá lo más cercano a Larga vida y prosperidad sea la maravillosa Pequeña Miss Sunshine (Jonathan Dayton y Valerie Faris, 2006), por cuanto también nos cuenta un sueño, esta vez de una niña más pequeña pero en algunos aspectos parecida a Wendy. Por cierto, en esta última también trabajaba Tony Collette.

Wendy vive en un centro especial que se ocupa de personas con problemas, como ella, y su vida rutinaria y estructurada solo tiene una meta: escribir un guión para una película de Star Trek para participar en el concurso que organiza la Paramount. Porque Wendy, a pesar de sus problemas para relacionarse con los demás, tiene un talento especial para la escritura, además de una pasión sin límites por la serie de ciencia ficción.

El problema vendrá cuando se de cuenta de que no tiene tiempo ya para enviar su trabajo por correo y entonces decide llevarlo ella misma a Los Ángeles. Para una persona autista, es todo un reto y así lo presenta el director: una aventura normal para cualquier adulto, pero llena de peligros para Wendy. Si es un acierto el lograr transmitir esa sensación de peligro, lo realmente interesante del guión es hacernos entender a Wendy, participar de su indefensión, comprender la crueldad de una sociedad que no está hecha para gente diferente, vulnerable. A Wendy la expulsan del autobús por llevar un perrito, le roban el dinero, tiene que dormir en la calle, sufre la indiferencia de muchas personas... pero en todo momento el director intenta mantener su discurso en los límites tranquilos con los que ha decidido enfocar las peripecias de Wendy, porque no se trata de crear un drama personal, sino de hacernos entender a Wendy y vivir su periplo sin convertirlo en un melodrama. Y ello es un acierto, porque no nos desvía de lo fundamental: el mundo interior de una persona diferente, su determinación, pero también su fragilidad, su inocencia y cómo es posible llegar a su corazón con bondad y paciencia. La escena del policía (Patton Oswalt), que también es un fan de Star Trek, tranquilizando a Wendy me pareció maravillosa.

Como también resulta muy hermosa la comparación que se va estableciendo entre Wendy y Spock, el personaje de Star Trek, por sus problemas para expresar y sentir y relacionarse de igual a igual con los humanos y que denota un esmero a la hora de encajar todas las piezas de un guión muy certero y sensible.

Larga vida y prosperidad cuenta además con una actriz fantástica como es Dakota Fanning, que asume su papel desde la absoluta normalidad, sin caer en la tentación de excesos o adornos. Por ello Wendy resulta tan cercana, por eso la entendemos y empatizamos con ella, porque es creíble en todo momento. Junto a Dakota Fanning, la estrella de la cinta, quisiera también reivindicar el magnífico trabajo de la hermosa Alice Eve, conmovedora en su papel de hermana mayor superada por los acontecimientos y por sus propias limitaciones.

Estamos ante una película sencilla, emotiva y directa. No cae en clichés, no busca impresionar, es un relato sin artificios sobre una persona diferente, escrito y dirigido con buen gusto, sensibilidad y cariño. Y se nota.

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