El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 11 de enero de 2024

Río salvaje



Dirección: Elia Kazan.

Guión: Paul Osborn (Novelas: William Bradford Huie y Borden Deal). 

Música: Kenyon Hopkins.

Fotografía: Ellsworth Fredricks.

Reparto: Montgomery Clift, Lee Remick, Jo Van Fleet, Albert Salmi, J. C. Flippen, James Westerfield, Barbara Loden, Frank Overton, Malcolm Atterbury.

A principios de la década de 1930, para frenar las devastadoras crecidas del río Tennessee, el gobierno de los Estados Unidos decide construir embalses y desalojar a los que viven en las márgenes del río. Pero hay una anciana (Jo Van Fleet) que se niega a abandonar sus tierras.

Río salvaje (1960) es un film denso que, más allá de la anécdota del argumento (la doma del río Tennessee), nos ofrece un complejo retrato de la sociedad rural del profundo Sur de Estados Unidos y un extraño romance bastante atípico.

Así, por un lado, Elia Kazan nos lleva a una pequeña población rural con un racismo radical, donde la población negra, atrasada e inculta, es explotada por la clase blanca sin ningún tipo de cortapisas ni complejos. Una sociedad cerrada que desconfía de todo lo que no pertenece a su mundo, por lo que ve con malos ojos la llegada de Chuck Glover (Montgomery Clift), enviado para completar el desalojo y acondicionamiento de las riberas del Tennessee, y más aún cuando altera su economía contratando a negros para los necesarios trabajos de desbroce de las tierras próximas al río pagándoles lo mismo que a los trabajadores blancos, lo que resulta intolerable para esas mentalidades retrógradas.

Pero Río Salvaje no es un film adoctrinador y por ello también ofrece elementos positivos sobre la tradición norteamericana, el espíritu pionero que forjó el país, el orgullo de la gente que labró su futuro en condiciones extremas. Todo ello está personificado en Ella (Jo Van Fleet), apegada a sus tierras no por egoísmo o intereses económicos, sino porque es la tierra que conquistaron sus antepasados a la naturaleza, que trabajaron durante décadas y donde murieron. Ella representa el amor a las raíces, indisoluble con la tierra donde se crió. Por eso, a Chuck no le resulta sencillo llevar a cabo su tarea de lograr que abandone el lugar, porque la comprende y la respeta.

Y la relación de Chuck con Ella nos lleva a la segunda parte del relato: su romance con la nieta de Ella, Carol, interpretada por una preciosa Lee Remick. Resulta fascinante la manera tan sencilla y tan contundente en que Kazan nos describe el enamoramiento de Carol: por un lado, ella misma confiesa que nunca mantuvo una conversación tan larga como la que tiene con Chuck con nadie anteriormente, conversación de unos pocos minutos, lo que nos explica con rotundidad la vida que ha llevado esa mujer, sin experiencia, sin una relación personal completa con nadie y madre de dos niños a la edad de diecinueve años. A esas carencias intelectuales se unen las físicas, como reconoce su abuela, ya lleva tres años viuda. De ahí que a la fascinación que le produce un extranjero culto y atractivo, se una el deseo físico, maravillosamente expuesto cuando Carol se estremece ante un beso de Chuck.

Pero si Ella y Carol, lo mismo que las fuerzas vivas del pueblo, están perfectamente definidas, el personaje de Chuck es el más contradictorio y enigmático. Parece ser que en principio Elia Kazan iba a dibujar a un tipo fuerte, pero al contar con Montgomery Clift, afectado ya irremediablemente por su accidente de tráfico que le dejó imborrables secuelas, el director prefirió darle un enfoque más frágil. Así, vemos que Chuck no es tan seguro como quisiera, especialmente en su relación con Carol. Se siente atraído por ella, lo que resulta inevitable ante una belleza como la de Lee Remick, pero rehuye el compromiso y se queda mudo cuando ella le pide que la lleve con él cuando termine su tarea en el pueblo. Incluso cuando él le pide a ella que se casen, su decisión no está basada en su convicción, sino en un simple impulso del que, como él mismo confiesa, puede que se termine arrepintiendo.

Aún entendiendo el planteamiento, lamento que el romance entre Chuck y Carol derive en eso. Me hubiera gustado ver un amor sin reservas, que los redimiera a ambos de sus problemas y carencias. 

En todo caso, Río salvaje me pareció un film realmente interesante que se aleja de los relatos tradicionales, donde todo se dibuja con precisión. La originalidad de esta cinta es precisamente que no ofrece un protagonista ejemplar ni una historia con el consabido final feliz; pues Ella acaba sucumbiendo al progreso, que en esta ocasión nos ofrece su cara más desfavorable, y las dudas que se ciernen sobre el futuro de Carol y Chuck son bastante profundas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario