Dirección: Ridley Scott.
Guión: Nicole Holofcener, Ben Affleck y Matt Damon (Libro: Eric Jager).
Música: Harry Gregson-Williams.
Fotografía: Dariusz Wolski.
Reparto: Matt Damon, Jodie Comer, Adam Driver, Ben Affleck, Harriet Walter, Alex Lawther, Nathaniel Parker, Sam Hazeldine, Michael McElhatton, Marton Csokas.
A pesar de su amistad, diversos sucesos van alejando a Jean de Carrouges (Matt Damon), un belicoso escudero no muy diplomático, de Jacques Le Gris (Adam Driver). Pero será la violación de Marguerite (Jodie Comer), la esposa de Jean, lo que precipite su enfrentamiento.
De Ridley Scott me quedo con Alien, el octavo pasajero (1979) y Blade Runner (1982), películas geniales que elevaron a categoría de arte relatos aparentemente sencillos. A partir de ahí, creo que el director no ha logrado acercarse a ese nivel, aunque es evidente que estamos ante un hombre con un oficio increíble capaz de atrapar al espectador con historias como Gladiator (2000) o American Gangster (2007).
Con El último duelo (2021) nos vuelve a demostrar su dominio de la puesta en escena. A nivel de producción, el film es impecable y nos muestra una recreación soberbia de la Edad Media, con un cuidado en todos los detalles asombroso. Pero donde brilla con luz propia Scott es en las escenas de combates, demostrando que sabe crear un espectáculo hipnotizador único. El duelo final es un portento de tensión, dinamismo y crudeza sin llegar a resultar repulsivo ni teatral.
Sin embargo, a pesar de los méritos innegables de El último duelo, hay bastantes más sombras de las que hubiera deseado y que llaman la atención tratándose de un nombre como el de Ridley Scott. Por ejemplo, en la primera parte, la que se refiere a la verdad según Jean de Carrouges, vemos una sucesión de escenas sin continuidad, dando la impresión de que el director tiene tanto que abarcar que decide hacerlo con cierta prisa.
Después, pasa a contar la historia desde el punto de vista de Jacques Le Gris y Marguerite de Carrouges (Jodie Comer), lo que lleva a la repetición de algunas secuencias; es decir, estamos ante un esquema que se inspira en Rashomon (Akira Kurosawa, 1950), pero en el film japonés, los cuatro relatos diferían en la versión de lo sucedido, mientras que aquí no hay diferencias en lo fundamental, con lo que los tres relatos redundan en lo mismo y ello lleva a un marasmo en el desarrollo de la historia, lo que sumado a su larga duración provoca cierto cansancio a mitad de la cinta, pues somos conscientes de lo que nos queda por presenciar (más versiones de lo mismo), perdiéndose también así el factor sorpresa.
¿Cuál habría sido la solución?, no es sencillo lidiar con un argumento que el espectador conoce de antemano. Quizá reducir la primera parte y aportar más variaciones entre los tres relatos. Como tampoco es un acierto, desde mi punto de vista, empezar el film con el duelo, pues nos priva de otra sorpresa, además de alargar innecesariamente el relato.
Sin embargo, el punto que menos me ha convencido es el meter el toque feminista al final, como siguiendo esta moda que hace que se tenga que hacer referencia a ese tema venga o no a cuento. No creo que en el siglo XIV el feminismo estuviera muy en boga. No es un detalle tan importante como para ensombrecer la maravillosa recreación del mundo medieval, en especial esos juicios divinos que parecen ahora absurdos, pero que tendrían un peso importante en esa época, aunque siempre me quedará la duda de si ciertas creencias eran reales o sencillamente se seguían unas costumbres que resultaban útiles y prácticas.
También hay que destacar el trabajo de Matt Damon, realmente espectacular. Si uno se imagina a un guerrero de aquellos años, sin duda se parecería bastante a él. A su lado, una magnífica Jodie Comer, cuya presencia ilumina cada escena en que aparece. Por desgracia, Ben Affleck sigue demostrando sus carencias con obstinación.
¿Merece la pena El último duelo? Por supuesto. Más allá de los defectos que le he encontrado, cualquier director estaría orgulloso de firmar una producción así. El último duelo recrea de maravilla la época feudal, su historia es muy atractiva y Scott sabe mantener la emoción y la incertidumbre hasta el último instante. Otra cosa es que la forma elegida para contar la historia sea la idónea.
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