El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 12 de septiembre de 2023

Los hermanos Barbarroja



Dirección: Charles Lamont.

Guión: Gerald Drayson Adams.

Música: Joseph Gershenson, Milton Rosen, Hans J. Salter, Frank Skinner y Edward Ward.

Fotografía: Russell Metty.

Reparto: Maureen O'Hara, Jeff Chandler, Maxwell Reed, Lon Chaney Jr., Buddy Baer, Richard Egan, Dewey Martin, Royal Dano, Susan Cabot, Judith Braun, Henry Brandon.

Para evitar tener que casarse con uno de los hermanos Barbarroja, la princesa Tanya (Maureen O'Hara) urde un plan para el que necesita capturar a Shahzada, un magnífico caballo salvaje al que también persigue el beduino Tamerlane (Jeff Chandler).

Los hermanos Barbarroja (1951) es un curioso film de aventuras un tanto exótico penalizado por un guión y una dirección de escaso nivel.

El comienzo de la historia es interesante, con el rey de Túnez siendo asesinado y ocupando su trono el traicionero príncipe Medina (Maxwell Reed), que pacta con los hermanos Barbarroja (Lon Chaney Jr. y Buddy Baer) el matrimonio de la princesa Tanya, la cuál lógicamente no desea semejante suerte y aún menos una vez que conoció al apuesto Tamerlane.

En realidad, como se ve, una historia apegada a los cánones más clásicos del género de aventuras, con el romance, los malvados, los peligros que vencer... La novedad es el curioso y excesivo protagonismo del caballo Shahzada, convertido en la pieza clave de gran parte de la historia por la obsesión de Tamerlane de capturarlo y su papel en el destino de la princesa.

En principio, nada que objetar a este extraño argumento, pero sí a su desarrollo, que no es para nada apasionante. Gran parte de la historia aparece torpemente expresada, con innumerables detalles que chirrían por su poca credibilidad o sus desajustes, con apariciones inexplicables de los malvados, por ejemplo, dando la impresión de que el desierto de Túnez tiene el tamaño de un campo de fútbol.

Además, el romance entre Tanya y Tamerlane, básico en toda la historia, está presentado también con bastante torpeza, sin que se de una progresión lógica a su atracción, que pasa de un beso al desprecio con total brusquedad. Además, los diálogos carecen de profundidad y terminan pareciendo torpes y tópicos.

Tampoco se entiende el excesivo tiempo de dedicado a la doma del caballo, con una aparatosa voz en off describiendo el proceso, y que no tiene el interés necesario como para justificar esos minutos que se hacen demasiado largos.

La impresión es que tanto el guión como la puesta en escena son demasiado elementales, sin la fuerza necesaria para cautivar al espectador, que acaba por resignarse a una sucesión de escenas repetitivas y sin mucha lógica a veces. El ejemplo más claro de esta falta de eficacia en el desarrollo lo tenemos en la carrera final, sin nervio y por lo tanto escasamente emocionante.

Si la presencia de la maravillosa Maureen O'Hara era la excusa perfecta para ver Los hermanos Barbarroja, lamentablemente su belleza no logra paliar las carencias de la película.   

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