El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 26 de septiembre de 2023

Manhattan sin salida



Dirección: Brian Kirk.

Guión: Matthew Carnahan y Adam Mervis.

Música: Alex Belcher y Harry Jackman.

Fotografía: Paul Cameron.

Reparto: Chadwick Boseman, Sienna Miller, J. K. Simmons, Taylor Kitsch, Stephan James, Toby Hemingway, Keith David, Gary Carr.

Una noche, Ray (Taylor Kitsch) y Michael (Stephan James), dos ladrones de poca monta, entrar a robar droga en un local de Brooklyn. Pero la cosa se complica y cuando se ven rodeados de policías, se abren paso a tiros.

No me esperaba gran cosa de Manhattan sin salida (2019). De entrada, parecía un simple film de acción de los que florecen a cientos y que resultan más o menos cortados por un mismo patrón. De ahí mi sorpresa al ver que la cinta de Brian Kirk se salía de lo estereotipado del género y, sin crear nada realmente novedoso, sí que mostraba la eficacia de un planteamiento sencillo, directo y sin adornos.

Dicen los entendidos que la película vuelve a lo que eran los thrillers policíacos en los años setenta del siglo pasado. No soy un experto en el género, pero sí que es cierto que Manhattan sin salida tiene la virtud de no querer ser más de lo que es, algo que a veces en el pretencioso cine actual se olvida con frecuencia, para desgracia nuestra.

La historia es sencilla: un robo que acaba tan mal que mueren nada menos que ocho policías a manos de dos ladrones, que se convierten de inmediato en blanco de todas las fuerzas policiales de Nueva York. Al mando de su búsqueda se nombra a Andre Davis (Chadwick Boseman), un policía con fama de tener el gatillo fácil, lo que a la postre se desvela como la razón principal de su elección. Y es que detrás del robo, Andre empieza a sospechar que hay algo más de lo que aparece en la superficie. Y cuanto más va conociendo de los hechos, sus sospechas no hacen sino aumentar.

Un argumento no demasiado original que nos llevará directamente a una corrupción policial sistemática en la comisaria 85, a donde pertenecían precisamente las ocho víctimas. El acierto de Kirk es afrontar la historia con total sencillez, sin buscar adornarla con excesos o vueltas extrañas. 

Las escenas de acción son trepidantes, pero realistas y convincentes. Ni los delincuentes ni los policías son super hombres y el resultado es que esos momentos destilan autenticidad. A menudo se suele cometer el error de forzar las tintas y los personajes pierden sentido. Esto no pasa aquí, ni siquiera el despiadado Ray es presentado como un pirado, sino sencillamente como un tipo duro; nada más y nada menos. Y por ello nos lo creemos, lo mismo que a Michael, mucho menos violento.

Por otra parte, la investigación para identificar y localizar a los ladrones se realiza también con todo el sentido común, de manera que de nuevo sentimos que estamos viendo algo coherente y creíble.

El director, en su afán de sencillez, despoja a toda la cinta de lo superfluo, así, no tenemos escenas de relleno ni romances forzados. Se va directo a lo que importa y ello hace que el relato vaya como sobre raíles, sin desvíos, con ritmo y tensión constantes.

Incluso el desenlace, cuando se revela la trama de corrupción, resulta del todo normal, sin caer en exageraciones o complicaciones extrañas. No hay giros de última hora y el desenlace, con tiroteo incluido, entra dentro de la normalidad y eficacia que preside toda la historia.

Manhattan sin salida es la demostración evidente que la sencillez resulta, casi siempre, mucho más eficaz en todos los sentidos que los aparatosos intentos de buscar la originalidad a toda costa. No es una película excepcional, pero en su enfoque directo tiene su gran virtud y al final funciona a la perfección.

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