Dirección: Steven Spielberg.
Guión: Melissa Mathison (Cuento: Roald Dahl).
Música: John Williams.
Fotografía: Janusz Kaminski.
Reparto: Ruby Barnhill, Mark Rylance, Penelope Wilton, Jemaine Clement, Rebecca Hall, Rafe Spall, Bill Hader, Ólafur Darri Ólafsson, Adam Godley, Michael Adamthwaite, Daniel Bacon, Jonathan Holmes, Chris Gibbs, Paul Moniz de Sa.
Sophie (Ruby Barnhill) es una niña huérfana que vive en un orfanato. Una noche, por casualidad, descubre a un gigante (Mark Rylance) rondando cerca del orfanato. Éste, al ser descubierto, no tiene más remedio que llevarse a la niña a su casa, en el país de los gigantes.
De nuevo Steven Spielberg regresa al mundo de la fantasía con Mi amigo el gigante (2016), adaptación un cuento de Roald Dahl que seguramente a muchos espectadores les recordará a E.T., el extraterrestre (1982) por la historia de la amistad de una niña con un ser de otro mundo, de nuevo bondadoso y entrañable.
He de reconocer que el cuento no es excesivamente imaginativo ni tiene un fondo dramático suficientemente importante como dar lugar a una historia apasionante. Es un defecto de partida que en todo caso no creo que se pueda achacar al director, sino al material en que se basa el guión.
Por ello, es evidente que las aventuras de Sophie y el gigante no son de esas memorables que te enganchan al sillón de principio a fin. Es más bien un relato muy básico sobre la amistad y el cariño posibles entre dos seres muy diferentes cuando reina la confianza, el respeto, la curiosidad y, por encima de todo, la bondad. En este sentido, podríamos interpretar Mi amigo el gigante como un canto a la tolerancia, el respeto y la amistad.
Lo que es innegable es la maestría de Steven Spielberg para dar forma a una idea tan sencilla con un despliegue de su talento que nos vuelve a dejar sin palabras. Apoyándose en la música siempre eficaz y hermosa de su gran colaborador John Williams, Spielberg saca a relucir su sentido innato del espectáculo con un universo maravilloso de colores radiantes, paisajes fantásticos y criaturas tan fascinantes como sorprendentes. Es un placer contemplar cómo el director mueve la cámara con absoluta precisión y originalidad en un mundo fantástico lleno de detalles maravillosos, dándole a la película un desarrollo lleno de imaginación y talento.
El buen gigante, con un trabajo excelente del magnífico Marlon Rylance, que convierte a su personaje en entrañable, resulta un derroche de simpatía, con su manera tan peculiar de hablar, además de desprender ternura por los cuatro costados. Y los gigantes malos, de nombres tan imaginativos como descriptivos, resultan tan simpáticos que cuesta cogerles antipatía y hasta nos alegramos que su final sea un simple destierro.
Con pequeños detalles marca de la casa, Spielberg termina sacando petróleo de una historia demasiado básica que, en sus manos, cobra vida gracias a su sentido del humor y su capacidad para emocionarnos con una felicidad pasmosa, como en la escena final y ese: "Buenos días amigo gigante", que grita Sophie en la ventana para que le llegue su saludo a su mejor amigo. Es una escena absolutamente sencilla y, sin embargo, capaz de emocionarnos profundamente.
Es verdad que este director nos tiene acostumbrados a tal grado de calidad en la mayor parte de sus películas que Mi amigo el gigante no puede competir al nivel de sus obras más reconocidas pero, en su modestia, me parece una película muy aprovechable y con esa dosis de bondad y ternura que solamente este director es capaz de expresar sin caer en la cursilería.
No hay comentarios:
Publicar un comentario