Dirección: Alex Kurtzman.
Guión: Jon Spaihts y Christopher McQuarrie.
Música: Brian Tyler.
Fotografía: Ben Seresin.
Reparto: Tom Cruise, Annabelle Wallis, Sofia Boutella, Jake Johnson, Courtney B. Vance, Russell Crowe, Javier Botet, Selva Rasalingam.
Desplazados en Irak, el sargento Nick Morton (Tom Cruise) y su compañero, el cabo Chris Vail (Jake Johnson), expertos en robar piezas antiguas para venderlas en el mercado negro, descubren por casualidad la tumba de una princesa egipcia, Amante (Sofia Boutella), la cuál pretendía hacerse con el trono de Egipto e invocar al dios Set para reinar juntos.
La momia (2017) era algo más que una ambiciosa película de la Universal. Era la primera piedra de lo que se llamó el Dark Universe, es decir, un conjunto de películas basadas en los monstruos clásicos del siglo XX. Sin embargo, el mal funcionamiento en taquilla de La momia cambió definitivamente los planes de la Universal, de manera que el futuro del Dark Universe no está claro.
Centrándonos en La momia, la película tiene todas las características, buenas y malas, del cine actual. Ese cine que busca el espectáculo a base de apabullantes efectos especiales pero que se olvida del alma de las películas: el guión.
Así, en La momia vemos a unos guionistas que parecen no saber bien el camino a seguir y optan por buscar la sorpresa a base de llenar el argumento de todo lo que se les pasa por la cabeza, sin criterio ni lógica. Solo parecen regirse por el desconcierto, rizar el rizo hasta lo máximo y esperar que un público sin mucho criterio acepte la mezcla sumisamente.
De esta manera, tenemos la idea original de una princesa malvada condenada por su ambición y su crueldad a la que se suma la figura del doctor Jekyll (Russell Crowe) y se juega finalmente con las maldiciones, la muerte y la resurrección sin ningún tipo de cortapisas. El resultado es un argumento tan rocambolesco que resulta infumable, de manera que desconectamos en seguida de sus derivaciones porque adivinamos pronto que todo carece de sentido y de coherencia y que con unas premisas tan arbitrarias intuimos que los guionistas nos pueden llevar a dónde quieran, sin importar si ese camino tiene sentido.
Desmontado el entramado argumental, que a pesar de su pretendida originalidad no hace más que repetir en esencia fórmulas vistas hasta el aburrimiento, solo queda disfrutar del espectáculo visual que, es cierto, resulta abrumador, con algunas escenas realmente impresionantes. Pero lo que está claro es que una cinta que solamente tiene los efectos especiales para ofrecernos va a cojear tristemente. Porque lo que en realidad le da sentido a ese despliegue de acción es que nos impliquemos en la historia y en este caso cuesta mucho hacerlo porque es un relato que no sabemos muy bien a dónde quiere ir ni cómo.
Tom Cruise es la estrella absoluta de la cinta y, a pesar de ser ya un actor maduro, su trabajo es bastante convincente. Lleva años especializado en este tipo de roles, de ahí que los interprete con total convicción. Para acompañarlo, dos actrices hermosas que están ahí para aportar ese toque sensual a la historia. Y la verdad es que la elección de Sofia Boutella para el papel de la malvada princesa egipcia me parece todo un acierto. La pena es no haber sabido enriquecer algo más su personaje, pues al final su figura es muy plana y no ayuda nada a crear esa emoción esperada.
La momia es, pues, una cinta sin mucho sentido. Se nota la ambición del proyecto, pero solamente en el plano material. Es ese cine de fácil consumo pero que desaprovecha lamentablemente las posibilidades dramáticas de la historia con un enfoque erróneo y sin contenido. Recomendable para ver sin más pretensiones que dejarse llevar por sus imágenes impactantes.
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