Dirección: Charles Dance.
Guión: Charles Dance (Historia: William J. Locke).
Música: Nigel Hess.
Fotografía: Peter Biziou.
Reparto: Judi Dench, Maggie Smith, Daniel Brühl, Natascha McElhone, Miriam Margolyes, David Warner, Freddie Jones, Gregor Henderson-Berg, Clive Russell, Richard Pears, Toby Jones.
Cornualles, 1936. Ursula (Judi Dench) y Janet (Maggie Smith) son dos hermanas de avanzada edad que viven en una casa al lado del mar. Un día, Ursula descubre a un náufrago, Andrea (Daniel Brühl), en la playa y lo llevan a su casa para cuidarlo.
Tras una larga carrera como actor, Charles Dance se lanzaba a la dirección con La última primavera (2004), en la cuál también ejerce de guionista, pero a pesar de sus buenas intenciones, el resultado es un tanto decepcionante.
La última primavera tiene cierto potencial al tratar un tema tan poco frecuente como interesante del amor en la vejez. Porque Ursula se enamorará perdidamente del joven Andrea y, aún sabiendo que sus sentimientos son un tanto absurdos, no puede impedir sentirse atraída por su huésped, que aporta una nota de frescura a su monótona vida.
Sin embargo, el guión de Charles Dance no logra desarrollar todo el potencial que encierra esta simple premisa y su historia, desde un comienzo esperanzador, se va derrumbando conforme pasan los minutos al no percibir ninguna progresión importante en el devenir de los hechos. Y es que al guión le falta algo, un núcleo que potencie el relato, un horizonte hacia el que dirigir las expectativas. Sin embargo, todo se reduce a una repetición de escenas sin que veamos un objetivo cercano. Todo se reduce a ver una y otra vez las ilusiones de Ursula y ciertos reproches de su hermana Janet, mucho menos ilusa.
El problema principal es que el guión no profundiza en ninguno de los personajes. Habría sido necesario conocer el pasado de las hermanas en profundidad, tal vez ello hubiera aportado un cierto sentido al enamoramiento de Ursula que, con los pocos datos que tenemos sobre ella, se parece a un ataque de senilidad más a que un sentimiento hermoso y conmovedor.
Es verdad también que Daniel Brühl no me pareció el actor idóneo para su papel. Si Maggie Smith y Judi Dench están magníficas, Brühl en cambio no transmite nada y eso penaliza bastante el desarrollo de la historia. Pero aún así, el escollo insalvable viene de un guión sin profundidad, ni sensibilidad, ni coherencia. Con esa base resulta muy difícil mantener en pie una historia que termina haciéndose demasiado larga, porque en muchos momentos parece no suceder nada interesante.
A pesar del buen gusto demostrado por Charles Dance en la puesta en escena, con unos paisajes preciosos, La última primavera nos deja la impresión de haber malgastado las posibilidades dramáticas de la historia original, dejándonos un film demasiado frío e intrascendente.
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