El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 4 de septiembre de 2023

Huida a medianoche



Dirección: Martin Brest.

Guión: George Gallo.

Música: Danny Elfman.

Fotografía: Donald Thorin.

Reparto: Robert De Niro, Charles Grodin, Yaphet Kotto, John Ashton, Dennis Farina, Joe Pantoliano, Richard Foronjy, Robert Miranda, Jack Kehoe, Wendy Phillips, Philip Baker Hall. 

Jonathan Markukas (Charles Grodin) es un contable que robó quince millones a un mafioso y desapareció estando bajo fianza. Si Jack Walsh (Robert De Niro) lo atrapa a tiempo, se embolsará nada menos que cien mil dólares.

A veces una película realmente humilde, sin más pretensiones que hacernos pasar el rato, como es Huida a medianoche (1988), se eleva por encima de la media de su género simplemente gracias a una historia realmente lograda.

La clave de esta cinta es el guión tan sorprendente bueno de George Gallo. La historia de las aventuras de la pareja protagonista atravesando Estados Unidos desde Nueva York a Los Ángeles parece abocada a un desarrollo más o menos previsible, pero Gallo crea una pieza de relojería tan precisa como divertida que convierte el relato en una experiencia maravillosa.

La verdad es la cinta podría haberse enfocado desde un punto de vista serio y tendríamos una película muy interesante, con bastantes giros y situaciones de peligro suficientes como para mantenernos ocupados todo el tiempo. Pero el enfoque hacia la comedia en este caso es una gran opción porque con un desenlace previsible, lo más acertado es crear esta aventura donde nos divirtamos todo el tiempo de manera que el desenlace pasa a ser secundario, la diversión ya la hemos sorbido durante todo el metraje.

Lo bueno es que a pesar de tantos giros en el desarrollo, cambio de manos del contable y persecuciones de todos los colores, el argumento nunca descarrila. Todo sucede con una lógica aplastante, de manera que no llegamos nunca a cuestionarnos lo que está pasando. Pero además, una película tan monótona en su concepción nunca llega a aburrir, porque siempre está sucediendo algo nuevo, sorprendente, simpático y original.

El guión incluso no se limita a entretenernos, sino que sabe también ir profundizando en los personajes principales, de manera que, al tiempo que Markukas y Jack van conociéndose, también nosotros nos adentramos en sus vidas, su pasado, el fracaso de Jack en su matrimonio o un trabajo que le desagrada. Está claro que el tema de dos personas enfrentadas que acaban respetándose y entablando amistad con el tiempo no es algo realmente novedoso, pero George Gallo hace que resulte ameno y entrañable. Claro que contar con Robert De Niro y un sorprendente Charle Grodin ayuda mucho. La complicidad que nace entre estos actores es en parte la culpable de que la cinta resulte tan sólida y funcione tan bien.

Como decía al principio, es una película sin grandes pretensiones, pero con un buen guión, una dirección acertada y un reparto excelente se consigue una pequeña maravilla como esta.

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