Dirección: Hugh Wilson.
Guión: Hugh Wilson y Peter Torokvei.
Música: Michael Convertino.
Fotografía: Brian J. Reynolds.
Reparto: Nicolas Cage, Shirley MacLaine, Austin Pendleton, Edward Albert, James Rebhorn, Richard Griffiths, John Roselius, David Graf, Don Yesso.
Doug Chesnic (Nicolas Cage), un agente del Servicio Secreto a cargo de la seguridad de Tess Carlisle (Shirley MacLaine), viuda de un presidente de Estado Unidos, ha terminado harto de ese trabajo por el difícil carácter de la señora Carlisle. Pero cuando creía que se había librado de ella, el mismo presidente de los Estados Unidos le encarga continuar en su puesto.
Básicamente lo que nos ofrece Tess y su guardaespaldas (1994) es la típica historia de dos personajes enfrentados al principio y que, a base de ir soportándose y conociéndose, terminan por congeniar hasta el final feliz en que se aprecian como verdaderos amigos. Lo hemos visto sobre todo en películas policíacas, pero la fórmula da para cualquier género, en este caso, la comedia.
Desgraciadamente, de comedia la cinta tiene poco, no por el tono, sino por el nivel de la comicidad, que resulta del todo inexistente. No hay realmente nada que pueda movernos a la risa. Incluso llegar a sonreír en algún momento es toda una proeza.
El problema de la película es que todo el planteamiento resulta increíble. Vale que una mujer de cierta edad pueda ser rara, pero de ahí a algunos de los enfrentamientos que tiene con Doug hay todo un mundo. Partiendo pues de lo forzado del planteamiento y la poca gracia, es de comprender que la historia solamente se mantenga con cierta dignidad por el trabajo de Shirley MacLaine, que consigue darle algo de credibilidad a su personaje, y de un convincente Nicolas Cage, a pesar de algunas salidas de tono un tanto excesivas.
Tal vez pensando que el tema de los enfrentamientos entre la viuda y su guardaespaldas no daban para toda la duración de la película, el guión se saca de la manga un inaudito secuestro. La intención es clara: conseguir crear un final tenso y emocionante donde se manifieste el cariño que finalmente ha nacido entre Doug y Tess. Sin embargo, de nuevo el guión parece demasiado forzado, manipulador y poco convincente, con lo que las intenciones dramáticas terminan por estallarle al director en la cara, porque el final llega a ser, de predecible y artificial, lo que termina de estropear la película.
Tal vez, si el argumento se hubiera preocupado de establecer más momentos íntimos entre Tess y Doug, que se limitan a lo mínimo, la historia habría cobrado más fuerza, porque al final lo único que puede darle contenido a un planteamiento como este es hacer que los espectadores conectemos con los protagonistas y eso no se consigue aquí. Tess y Doug permanecen como extraños a lo largo de toda la cinta, porque el guión se centró exclusivamente en las peleas, pero sin darles sentido.
Inevitablemente Tess y su guardaespaldas también nos recuerda a Paseando a Miss Daisy (Bruce Beresford, 1989) y es entonces cuando comprobamos las carencias de la propuesta de Hugh Wilson, el vacío casi absoluto de su historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario