El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 14 de septiembre de 2023

Tess y su guardaespaldas



Dirección: Hugh Wilson.

Guión: Hugh Wilson y Peter Torokvei.

Música: Michael Convertino.

Fotografía: Brian J. Reynolds.

Reparto: Nicolas Cage, Shirley MacLaine, Austin Pendleton, Edward Albert, James Rebhorn, Richard Griffiths, John Roselius, David Graf, Don Yesso.

Doug Chesnic (Nicolas Cage), un agente del Servicio Secreto a cargo de la seguridad de Tess Carlisle (Shirley MacLaine), viuda de un presidente de Estado Unidos, ha terminado harto de ese trabajo por el difícil carácter de la señora Carlisle. Pero cuando creía que se había librado de ella, el mismo presidente de los Estados Unidos le encarga continuar en su puesto.

Básicamente lo que nos ofrece Tess y su guardaespaldas (1994) es la típica historia de dos personajes enfrentados al principio y que, a base de ir soportándose y conociéndose, terminan por congeniar hasta el final feliz en que se aprecian como verdaderos amigos. Lo hemos visto sobre todo en películas policíacas, pero la fórmula da para cualquier género, en este caso, la comedia.

Desgraciadamente, de comedia la cinta tiene poco, no por el tono, sino por el nivel de la comicidad, que resulta del todo inexistente. No hay realmente nada que pueda movernos a la risa. Incluso llegar a sonreír en algún momento es toda una proeza.

El problema de la película es que todo el planteamiento resulta increíble. Vale que una mujer de cierta edad pueda ser rara, pero de ahí a algunos de los enfrentamientos que tiene con Doug hay todo un mundo. Partiendo pues de lo forzado del planteamiento y la poca gracia, es de comprender que la historia solamente se mantenga con cierta dignidad por el trabajo de Shirley MacLaine, que consigue darle algo de credibilidad a su personaje, y de un convincente Nicolas Cage, a pesar de algunas salidas de tono un tanto excesivas.

Tal vez pensando que el tema de los enfrentamientos entre la viuda y su guardaespaldas no daban para toda la duración de la película, el guión se saca de la manga un inaudito secuestro. La intención es clara: conseguir crear un final tenso y emocionante donde se manifieste el cariño que finalmente ha nacido entre Doug y Tess. Sin embargo, de nuevo el guión parece demasiado forzado, manipulador y poco convincente, con lo que las intenciones dramáticas terminan por estallarle al director en la cara, porque el final llega a ser, de predecible y artificial, lo que termina de estropear la película.

Tal vez, si el argumento se hubiera preocupado de establecer más momentos íntimos entre Tess y Doug, que se limitan a lo mínimo, la historia habría cobrado más fuerza, porque al final lo único que puede darle contenido a un planteamiento como este es hacer que los espectadores conectemos con los protagonistas y eso no se consigue aquí. Tess y Doug permanecen como extraños a lo largo de toda la cinta, porque el guión se centró exclusivamente en las peleas, pero sin darles sentido.

Inevitablemente Tess y su guardaespaldas también nos recuerda a Paseando a Miss Daisy (Bruce Beresford, 1989) y es entonces cuando comprobamos las carencias de la propuesta de Hugh Wilson, el vacío casi absoluto de su historia.

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