Dirección: Tate Taylor.
Guión: Tate Taylor (Novela: Kathryn Stockett).
Música: Thomas Newman.
Fotografía: Stephen Goldblatt.
Reparto: Emma Stone, Viola Davis, Octavia Spencer, Bryce Dallas Howard, Jessica Chastain, Allison Janney, Ahna O'Reilly, Chris Lowell, Cicely Tyson, Mike Vogel, Sissi Spacek.
Jackson (Mississippi), comienzos de los sesenta. Skeeter Phelan (Emma Stone) regresa a su ciudad tras terminar sus estudios universitarios. Deseando ser escritora, se le ocurre la idea de escribir un libro donde las criadas negras cuenten sus experiencias sirviendo a los blancos.
Criadas y señoras (2011), adaptación de un libro récord de ventas, es una de esas películas comprometidas que son necesarias, sin duda. Se acerca a un aspecto poco visto del racismo: la situación de las criadas en su trabajo sirviendo a adineradas familias de blancos en el sur profundo de Estados Unidos en una época en que en todo el país comenzaban a oírse voces de denuncia sobre la discriminación y abusos que sufrían los negros. Como digo, una película necesaria, pues incluso en la actualidad no dejan de salir noticias que demuestran que el tema racial no está del todo solucionado en los Estados Unidos.
Dicho lo cuál, también hay que reconocer que el trabajo de Tate Taylor, dentro de su corrección, es demasiado blando y estereotipado como para funcionar realmente como drama de denuncia. Su obra se ve con agrado, pero carece de fuerza.
Lo primero que llama la atención es la simpleza con que está presentada la historia: los blancos están caricaturizados al máximo; algunas mujeres resultan tan ridículas que no parecen reales, son como idiotas y creo que se puede ser racista y no ser imbécil al mismo tiempo; esto nace de la mezcla de drama y comedia que elige Taylor para exponer la historia, pero exagera tanto que roza lo absurdo. Y los negros tienen una cultura y una forma de expresarse de lo más culta, lo cuál también genera bastantes dudas. Es decir, la separación de buenos y malos es demasiado rotunda, demasiado obvia y resta credibilidad a la denuncia.
Por otra parte, el desarrollo de los acontecimientos es muy previsible, con lo que no hay nada realmente sorprendente. Además, faltan momentos de tensión importantes o más bien el problema reside en que todas las disputas de las criadas con las señoras están presentadas sin vigor, de nuevo por ese toque de comedia, pero también por la falta de talento del director, que no ha sabido dar personalidad a la historia. Incluso su puesta en escena, dejando de lado la magnífica recreación de la época y la hermosa fotografía, es vulgar, sin imaginación. Taylor demuestra que le falta imaginación, no sabe insinuar, no es capaz de generar emoción con sutileza y cuando lo pretende tiene que recurrir a lo obvio, con una manera burda de exponer las ideas y aún así el resultado no es convincente.
Afortunadamente para Taylor, cuenta con un reparto de lujo que salva la película. Tanto Emma Stone como Viola Davis y Octavia Spencer, ganadora del Oscar a la mejor actriz secundaria, hacen una demostración magnífica de talento y contención, sabiendo plasmar con elegancia y precisión los estados de ánimo tan cambiantes y tan profundos de su personajes.
Pero, salvando el trabajo de las actrices, Criadas y señoras termina resultando un film excesivamente largo para lo que cuenta, lo que no dice mucho del trabajo de su director, pero sobre todo el problema principal está en cómo lo cuenta. Al final, la historia se queda a medias en todo: ni drama convincente, ni comedia imaginativa, tan solo un cúmulo de buenas intenciones sin concretar con éxito. A pesar de lo cuál, es una película que se deja ver con agrado y con la satisfacción de ver que los oprimidos terminan ganando una batalla.
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