El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 19 de julio de 2023

...Y muere porque te toca



Dirección: Nicolas Pleskof.

Guión: Nicolas Pleskof y Elsa Marpeau.

Música: Amaury Chabauty.

Fotografía: Gilles Porte.

Reparto: Alice Pol, Miou-Miou, Eddy Mitchell, Pablo Pauly, Pascale Arbillot, Gustave Kervern, Sarah Stern, Adrien Guionnet, Zabou Breitman. 

Jeanne Chardon-Spitzer (Alice Pol) es una arquitecta que recibe el encargo de reformar la mansión de un industrial que hizo su fortuna comercializando exitosos juegos de mesa. Pero al poco de llegar a la residencia del señor Daguerre (Eddy Mitchell), éste muere asesinado.

Comedia al estilo de Un cadáver a los postres (Robert Moore, 1976), ...Y muere porque te toca (2022) lamentablemente carece de todo lo que hacía funcionar a la comedia de Moore.

Nicolas Pleskof tenía varios caminos que seguir y ha optado por el más alocado posible, con un argumento repleto de excentricidades y personajes extraños. Es de suponer que en su cabeza esta opción debía resultar la más entretenida y divertida posible, pero por desgracia el resultado es penoso.

Básicamente, porque la historia carece de gracia y las bromas y caracterizaciones son tan burdas que no provocan ni una sonrisa. Desde el comienzo, todo es tan rebuscado y está tan llevado al extremo que lo único que causa es asombro. Podría esperarse que una vez que arrancara la intriga, con la muerte del anfitrión, la historia podría ganar en emoción y, al menos, nos mantendría expectantes deseando descubrir al asesino. Pero como todo el montaje es tan absurdo, en seguida nos damos cuenta de que la historia puede derivar en cualquier cosa y perdemos un poco la esperanza de encontrarle algún sentido.

Cuando un film de intriga opta abiertamente por la comedia, se pierde de pronto gran parte de la intriga y ello ha de ser suplido por un guión divertido y ameno, pero aquí no es el caso.

Tampoco el desarrollo, a base de juegos de ingenio, resulta lo bastante inteligente como para mantener nuestra atención, de manera que nos limitamos a ver pasar los minutos con las mismas bromas, excentricidades y diálogos sin mucho sentido. Lo sensato quizá sería dejar de ver esta broma, pero en fin, supongo que cierta curiosidad nos mantiene a pesar de todo pegados a la pantalla.

Finalmente, un giro sorprendente cambia por completo las expectativas. De nuevo, imagino que en la mente de los guionistas este cambio repentino vendría a ser la guinda a su propuesta. En realidad, es otra idea sin mucha gracia que además está escenificada con torpeza, por lo que ni resulta graciosa ni sorprendente, sino que roza una vez más el ridículo por el que se mueve toda la película.

Para el público francés quizá el film tenga el atractivo de ver en pantalla a viejas "glorias" nacionales como Miou-Miou, actriz francesa de extensa carrera, o Eddy Mitchell, un veterano cantante con cierto nombre en Francia, pero para el resto del mundo no supondrán un aliciente especial.

Resumiendo, sin un argumento interesante ni un desarrollo ameno, es una película para olvidar.

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