El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 6 de julio de 2023

Sirenas



Dirección: John Duigan.

Guión: John Duigan.

Música: Rachel Portman.

Fotografía: Geoff Burton.

Reparto: Hugh Grant, Tara Fitzgerald, Sam Neill, Elle MacPherson, Portia de Rossi, Kate Fischer, Pamela Rabe, Ben Meldelsohn, Mark Gerber.

Años 30. El obispo de Sídney le pide a Anthony Campion (Hugh Grant), un joven sacerdote anglicano recién llegado a Australia, que visite al pintor Norman Lindsay (Sam Neill) e intente convencerlo de que retire un cuadro blasfemo de una exposición que va a tener lugar.

El cine erótico tiene algunos escollos que, a la vista de algunas películas del género, parecen casi insalvables. Por ejemplo, muchas veces da la impresión de que los directores quisieran darle cierta categoría a este tipo de películas para que no se queden en un mero juego hedonista. De ahí nacen algunos films tan pedantes como ridículos. Es como si los realizadores tuvieran vergüenza de hacer una propuesta sin adornos, directamente erótica, sin más. 

Sirenas (1993) parece pecar de este complejo y se le da un envoltorio intelectual llevando el conflicto al terreno del arte, con la figura del pintor progresista y liberado de ataduras morales que desafía las buenas costumbres y el recato sin complejos. El problema es que este planteamiento se presenta con una simplicidad tan manifiesta que se revela de inmediato como un simple intento de no ofrecer un film erótico de manera directa. Un miedo o complejo disimulado torpemente con el tema del arte.

Las discusiones entre Norman y Anthony son pueriles y no llevan a nada más que a una acumulación de tópicos. Porque en realidad la finalidad de Sirenas es sencillamente mostrar las pulsiones sexuales reprimidas de Estella (Tara Fitzgerald), la mujer de Campion, que en contacto con el universo del pintor y especialmente con sus modelos, Sheela (Elle MacPherson) y Pru (Kate Fisher), siente que su moral se resquebraja movida por un deseo sexual cada vez más poderoso y que la empuja incluso a fantasías lésbicas y a la infidelidad.

Esta es la verdadera intención del film y no creo que sea nada de lo que haya que avergonzarse. Es tan lícito afrontar temáticas de este tipo como cualquier otra. El tema reside simplemente en la calidad con la que se presenta. Y Sirenas, por desgracia, se queda en poca cosa. Es verdad que John Duigan demuestra cierta osadía al mostrar desnudos femeninos y alguno masculino con naturalidad, lo que no siempre es frecuente. Pero también es cierto que en las escenas eróticas se muestra bastante retraído y las reduce a lo mínimo en contenido y duración, demostrando finalmente una falta de valentía manifiesta. Es un poco un quiero y no me atrevo.

Además, Sirenas carece de ritmo, incluso de imaginación y parece un producto enfocado exclusivamente hacia cierta estética refinada, pero sin un guión consistente, con lo que el resultado es bastante pobre en contenido.

Por ejemplo, todos los protagonistas quedan reducidos a la mínima expresión, sin nada realmente específico que los defina, que nos ayude a entenderlos y ello es especialmente notable en el caso de las mujeres, que no tienen ninguna entidad, como Sheela o Pru. Incluso Estella está caracterizada tan básicamente que resulta en el fondo infantil.

Incluso, hilando más fino, descubrimos cierta torpeza o escasez de recursos a la hora de "adornar" la historia, como las estatuas de la residencia de Norman, mal hechas, la mala calidad de los cuadros de Norman o lo limitado de los escenarios. Pero aún hay detalles peores, como el tufillo moralista de la cinta, especialmente cuando Estella empuja a Giddy (Portia de Rossie) a acostarse con Devlin (Mark Gerber) y, para paliar las connotaciones de proxenetismo que eso pudiera tener, Giddy aclara que no realizó el acto por completo con él. Volvemos de hecho al quiero y no me atrevo antes mencionado.

Así pues, un nuevo intento de hacer un film erótico con cierta profundidad y cuidada estética que finalmente se queda a medias en todo lo que propone. Es elogiable por afrontar un tema que suele ser espinoso en el cine, incluso en la actualidad, y que no suele dar muchos buenos frutos, pero que finalmente se queda a un nivel bastante bajo.

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