Dirección: Alberto Cavalcanti.
Guión: Noël Langley (Novela: Jackson Budd).
Música: Marius François Gaillard.
Fotografía: Otto Heller (B&W).
Reparto: Sally Gray, Trevor Howard, Griffith Jones, Rene Ray, Mary Merrall, Charles Farrell, Cyril Smith, Phyllis Robins, Vida Hope, Eve Ashley.
Clem Morgan (Trevor Howard), un antiguo piloto que se encuentra sin trabajo, decide aceptar la oferta de trabajo de un mafioso conocido suyo, Narcy (Griffith Jones). Mientras el negocio se ocupa de traficar con bebidas o medias, Clem no pone objeciones, pero al ver que Narcy empieza a traficar con drogas decide dejarlo, pero Narcy no estará de acuerdo con esa decisión.
Siguiendo la estela del cine negro norteamericano, Me hicieron un fugitivo (1947) es la versión británica del género, con toda la desesperanza propia del mismo y un poco más.
Como no podía ser de otra manera, el relato nos mete de lleno en los bajos fondos de un Londres de postguerra donde se perciben las restricciones, el desempleo y la miseria. De ahí que ciertos trapicheos no sean solo bien vistos, sino que parecen necesarios. Y por eso Clem decide aceptar el trabajo que le ofrecen, aún sabiendo que es ilegal. El problema reside en que a pesar de haber tocado fondo, Clem es un hombre de principios y se niega a participar en el negocio de las drogas.
Sin embargo, sabe demasiado para poder irse sin más y Narcy le tiende una trampa por la que será encarcelado por homicidio. Su fuga para vengarse desencadenará toda una serie de dramas y muertes hasta que Clem salda por fin sus cuentas.
Cavalcanti, director brasileño trotamundos, nos ofrece un film tremendamente pesimista, poblado de tipos duros y mujeres resignadas, gente desesperada y cruel en un universo cerrado sobre sí mismo que no ofrece muchas esperanzas. Para ello, el director utiliza una fotografía sombría y lleva la cámara a los callejones oscuros y los locales marginales mostrando una ciudad triste y fría.
Pero donde también se nota esa amargura y la dureza de la vida en los bajos fondos es en unos diálogos secos, cortantes como cuchillos, siempre a la defensiva, no exentos tampoco de ironía y de resignación. Es verdad que en algunos momentos estas frases disparadas como balas pueden parecer algo desfasadas, pero en su contexto y en su momento tenían que resultar bastante duras.
Otro elemento presente casi todo el tiempo es la violencia física. Es demoledora en alguna escena en que se emplea contra mujeres, sin la más mínima compasión, sin que nadie interceda. Aún con el recurso de la elipsis, para evitarnos los detalles más escabrosos, esta violencia resulta terrible.
Pero donde se nota especialmente el pesimismo rotundo de la historia es en el final, cuando ni agonizando Narcy es capaz de tener un gesto de nobleza. Y es que, al contrario que en muchas cintas norteamericanas del género que ofrecían un final esperanzador, Me hicieron un fugitivo no nos regala ningún consuelo. Clem volverá a prisión y quizá pueda salir dentro de unos cuantos años. La impresión final, de injusticia y dolor, no nos deja precisamente contentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario