El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 1 de julio de 2023

Mujeres culpables



Dirección: Robert Wise.

Guión: Robert Anderson (Historia: James A. Michener).

Música: David Raksin.

Fotografía: Joseph Ruttenberg (B&W).

Reparto: Jean Simmons, Joan Fontaine, Paul Newman, Piper Laurie, Charles Drake, Sandra Dee, Wally Cassell, Alan Napier, Ralph Votrian, John Wilder, Tige Andrews, Adam Kennedy, Mickey Shaughnessy.  

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la vida de cuatro hermanas de Christchurch (Nueva Zelanda) se verá completamente alterada.

Mujeres culpables (1957) es de esas películas muy apegadas a su época, por los temas que aborda y la moral que regía en aquellos años, durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ello, el drama que narra es atemporal, por lo que la historia mantiene su vigencia en líneas generales, salvo pequeños detalles.

El tema principal de la película es mostrar cómo una guerra altera por completo la convivencia y las costumbres de la sociedad, al dejar a la población civil sin hombres jóvenes, que son enviados al frente. Las mujeres se quedan sin posibles novios, sin sus maridos o sus padres y esa ausencia genera soledad, miedo y necesidades que pueden explotar en cualquier momento con la llegada de soldados en tránsito. Sin duda, un enfoque muy diferente de la guerra, vista lejos de los frentes.

Esto se ejemplifica a través de las experiencias de las cuatro hermanas protagonistas, interpretadas por Jean Simmons, Joan Fontaine, Piper Laurie y Sandra Dee, cada una con su personalidad y que afrontarán la guerra de una manera muy diferente unas de otras. El gran acierto del guión es que consigue definir con precisión a cuatro las protagonistas, con lo que entendemos la actitud de cada una y sus dramas personales con total nitidez.

Además, Robert Wise demuestra una elegancia y una eficacia a la hora de la puesta en escena realmente encomiables, muy típicas de aquellos años en que con frecuencia se insinuaba más que se mostraba, algo que por desgracia se ha ido perdiendo con el paso de los años y con la obsesión de ser demasiado explícitos.

Así, por ejemplo, el romance entre Anne (Joan Fontaine) y el capitán Richard Bates (Charles Drake) lo resuelve en una preciosa escena en que se cogen las manos. No hace falta explicar nada más. La sencillez del momento además otorga a la escena una preciosa carga emocional.

También podemos ver ese estilo elegante en muchos otros momentos, como cuando Bárbara (Jean Simmons) recibe el telegrama en que se le notifica la muerte de su marido en el frente; sin necesidad de palabras ni tan siquiera de leer el telegrama, Wise consigue un momento realmente intenso de dolor con una maestría encomiable.

Tal vez donde se le pueda poner alguna pega al trabajo del director es que el relato termina haciéndose un poco largo, pero en todo caso no es un defecto que empañe todas las virtudes de un film sensible que es capaz de transmitirnos con absoluta precisión el dolor y las frustraciones de las protagonistas enfrentadas a sus deseos y terribles pérdidas y que se debaten entre las normas recibidas en su educación y la necesidad de toda mujer joven de amar y de ser amada.

Mujeres culpables es una cinta llena de momentos preciosos y también otros realmente dolorosos narrada con una elegancia y precisión que parecen haberse perdido, para nuestra desgracia.

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