El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 13 de julio de 2023

Moneyball: Rompiendo las reglas



Dirección: Bennett Miller.

Guión: Steven Zaillian y Aaron Sorkin (Libro: Michael Lewis).

Música: Mychael Danna.

Fotografía: Wally Pfister.

Reparto: Brad Pitt, Jonah Hill, Philip Seymour Hoffman, Robin Wright, Chris Pratt, Stephen Bishop, Reed Diamond, Brent Jennings, Ken Medlock, Tammy Blanchard, Kerris Dorsey.

Tras quedarse a un paso de la lucha por el título y tras perder a tres de sus mejores jugadores, Billy Beane (Brad Pitt), el manager de los Atléticos de Oakland, intenta diseñar un equipo competitivo para la nueva temporada pero, con un presupuesto limitado, decide fichar al joven Peter Brand (Jonah Hill), un economista con unas teorías revolucionarias sobre la evaluación de los jugadores.

Hay dos detalles que podrían desanimar a muchos espectadores para ver Moneyball: Rompiendo las reglas (2011): se trata de una película centrada en el deporte y, además, sobre beisbol, un deporte del que en general la mayoría del público no especializado desconoce hasta las reglas. Todo ello hizo en su momento que no sintiera especial atracción por la película. Pero estaba equivocado y cuando al fin le di una oportunidad, agradecí sinceramente haberlo hecho.

Para empezar, no importa mucho si conoces o no algo sobre beisbol, porque la historia no se limita a ese deporte, va mucho más allá y lo acertado del guión es que, aunque no tengas ni idea del juego, consigue implicarte de tal manera en la aventura de Billy que lo vives casi como si fueras un seguidor de su equipo, apasionándote con sus logros y sufriendo con sus tropiezos casi como si te fuera la vida en ello.

La verdad es que toda la primera parte de la historia, justo hasta el momento en que se centra en los logros en la liga de los Atléticos de Oakland, resulta brillante. El guión nos cuenta cómo el manager de un equipo modesto tiene que buscar la manera de formar un grupo competitivo a base de imaginación, cambiando los conceptos, dejando de competir cómo lo hacen todos los rivales, mucho más preparados económicamente, a base de talonario. Para ello, se fija en Peter Brand y sus nuevos conceptos, donde valora lo que un jugador puede aportar al rendimiento del equipo sin fijarse en su edad, su salario o su vida personal. El resultado es un programa que escruta las estadísticas y permite poner en valor a jugadores rechazados por los grandes equipos. Ahí sí que Oakland puede jugar su juego, porque no es cuestión de dinero, sino de encontrar el tesoro escondido, el jugador infravalorado. Lo bueno es que la película está basada en hechos reales, con lo que todo lo contado sucedió más o menos así.

Y Bennett Miller consigue hacer todo esto realmente apasionante con un planteamiento sencillo, sin ahondar en dramas, no le hace falta. Su fuerza reside en unos personajes sólidos, una exposición sencilla que nos hace involucrarnos en los problemas y los retos de Billy y unos diálogos con fuerza, directos, claros y con sentido.

Curiosamente, cuando la película se centra más en el deporte en sí es cuando resulta menos apasionante. Quizá porque las victorias en el campo no son tan interesantes como el lado humano: las tensiones de Billy con sus subordinados, su relación con su hija (Kerris Dorsey) y la complicidad con Peter Brand. Es ahí donde la película cobra fuerza e interés, al mostrar el lado humano de una historia que se puede llevar a cualquier ámbito de la vida: valorar el rendimiento, no el dinero, no las apariencias.

Resulta interesante contraponer este film a Golpe de efecto (Robert Lorenz, 2012) donde se expone casi la teoría contraria: un ojeador experimentado conoce detalles a cerca del potencial de un jugador que unas frías estadísticas no pueden reflejar.

Viendo ambas películas, uno entiende que las dos están en lo cierto y que la realidad de cualquier deporte o cualquier profesión está condicionada por tangibles e intangibles.

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