El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 10 de julio de 2023

El buen Sam



Dirección: Leo McCarey.

Guión: Ken Englund (Historia: Leo McCarey y John Klorer).

Música: Robert Emmett Dolan.

Fotografía: George Barnes (B&W).

Reparto: Gary Cooper, Ann Sheridan, Ray Collins, Edmund Lowe, Joan Lorring, Clinton Sundberg, Minerva Urecal, Louise Beavers.

Sam Clayton (Gary Cooper) es un hombre bondadoso que no duda en ayudar a todo el que lo necesita, aunque ello le acarree algunos problemas con su esposa Lucille (Ann Sheridan).

Extraña comedia de todo un especialista como Leo McCarey, si bien en esos años, pasada la Segunda Guerra Mundial, su cine se fue volviendo más reflexivo y dramático.

En El buen Sam (1948) se da un importante desequilibrio entre la idea que se quiere trasmitir y la manera en que el director lo consigue.

Porque la premisa no deja de tener su miga: la caridad de Sam, si bien es encomiable y lo convierten en una persona admirable, no siempre tiene la justa recompensa. Es más, lleva a la desesperación a su esposa, cansada de ver como se llena su casa de personajes que se aprovechan de la generosidad de Sam e incluso consiguen préstamos importantes que no devuelven y le impiden a ella poder mudarse a una casa de su propiedad, teniendo que vivir hacinados en su vivienda sin la necesaria intimidad.

Pero además, Leo McCarey intenta ofrecer una visión objetiva y desprovista de análisis moralistas de la naturaleza humana y de la misma manera que algunas personas agradecen sinceramente la ayuda de Sam, otras muestran su egoísmo aprovechándose de su bondad, como el mecánico o los vecinos a los que presta su coche, llegando a la pura mezquindad. O la mujer a la que Sam ayuda a subir al autobús y que resulta ser una mala persona que humilla con crueldad al conductor del mismo.

Como vemos, el discurso de Leo McCarey es complejo y no se deja llevar por sentimentalismos o mensajes edificantes. A cada buena acción de Sam contrapone con frecuencia una consecuencia desagradable, molesta o ruin.

El problema es que para expresar esta visión un tanto desengañada de los seres humanos, el director no encuentra ni la manera ni el ritmo y se empantana con una exposición lenta, a menudo desarrollando las secuencias sin agilidad, con diálogos poco afortunados que nos dejan entre insatisfechos y confusos. Y claro, todo ello hace que la duración de la cinta, que ya no es corta, se haga mucho más larga de lo que es en realidad, pues se repiten situaciones sin el dinamismo o el interés mínimo como para mantenernos siempre interesados en las peripecias de Sam.

Afortunadamente, la presencia de Gary Cooper ayuda bastante a que empaticemos con su personaje, de manera que en manos de otro actor menos carismática el resultado sería aún mucho peor.

El buen Sam es una comedia sin duda con buenas cualidades, de ahí que no deje de ser una buena opción, pero sin duda no figura entre lo mejor del director y sus defectos acaban pasando factura de manera importante. 

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