Dirección: Leo McCarey.
Guión: Ken Englund (Historia: Leo McCarey y John Klorer).
Música: Robert Emmett Dolan.
Fotografía: George Barnes (B&W).
Reparto: Gary Cooper, Ann Sheridan, Ray Collins, Edmund Lowe, Joan Lorring, Clinton Sundberg, Minerva Urecal, Louise Beavers.
Sam Clayton (Gary Cooper) es un hombre bondadoso que no duda en ayudar a todo el que lo necesita, aunque ello le acarree algunos problemas con su esposa Lucille (Ann Sheridan).
Extraña comedia de todo un especialista como Leo McCarey, si bien en esos años, pasada la Segunda Guerra Mundial, su cine se fue volviendo más reflexivo y dramático.
En El buen Sam (1948) se da un importante desequilibrio entre la idea que se quiere trasmitir y la manera en que el director lo consigue.
Porque la premisa no deja de tener su miga: la caridad de Sam, si bien es encomiable y lo convierten en una persona admirable, no siempre tiene la justa recompensa. Es más, lleva a la desesperación a su esposa, cansada de ver como se llena su casa de personajes que se aprovechan de la generosidad de Sam e incluso consiguen préstamos importantes que no devuelven y le impiden a ella poder mudarse a una casa de su propiedad, teniendo que vivir hacinados en su vivienda sin la necesaria intimidad.
Pero además, Leo McCarey intenta ofrecer una visión objetiva y desprovista de análisis moralistas de la naturaleza humana y de la misma manera que algunas personas agradecen sinceramente la ayuda de Sam, otras muestran su egoísmo aprovechándose de su bondad, como el mecánico o los vecinos a los que presta su coche, llegando a la pura mezquindad. O la mujer a la que Sam ayuda a subir al autobús y que resulta ser una mala persona que humilla con crueldad al conductor del mismo.
Como vemos, el discurso de Leo McCarey es complejo y no se deja llevar por sentimentalismos o mensajes edificantes. A cada buena acción de Sam contrapone con frecuencia una consecuencia desagradable, molesta o ruin.
El problema es que para expresar esta visión un tanto desengañada de los seres humanos, el director no encuentra ni la manera ni el ritmo y se empantana con una exposición lenta, a menudo desarrollando las secuencias sin agilidad, con diálogos poco afortunados que nos dejan entre insatisfechos y confusos. Y claro, todo ello hace que la duración de la cinta, que ya no es corta, se haga mucho más larga de lo que es en realidad, pues se repiten situaciones sin el dinamismo o el interés mínimo como para mantenernos siempre interesados en las peripecias de Sam.
Afortunadamente, la presencia de Gary Cooper ayuda bastante a que empaticemos con su personaje, de manera que en manos de otro actor menos carismática el resultado sería aún mucho peor.
El buen Sam es una comedia sin duda con buenas cualidades, de ahí que no deje de ser una buena opción, pero sin duda no figura entre lo mejor del director y sus defectos acaban pasando factura de manera importante.
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