El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 15 de julio de 2023

El último atardecer



Dirección: Robert Aldrich.

Guión: Dalton Trumbo (Novela: Howard Rigsby).

Música: Ernest Gold.

Fotografía: Ernest Laszlo.

Reparto: Rock Hudson, Kirk Douglas, Dorothy Malone, Joseph Cotten, Carol Lynley, Neville Brand, Regis Toomey, Rad Fulton, Adam Williams, Jack Elam, John Shay.

El shérif Dana Stribling (Rock Hudson) va tras la pista de Brendan O'Malley (Kirk Douglas), acusado de asesinato, que ha huido a México. Allí O'Malley se encuentra con Belle (Dorothy Malone), su novia cuando eran jóvenes.

El último atardecer (1961) destaca especialmente por el sólido guión de Dalton Trumbo, guionista que había sufrido en sus carnes las consecuencias de la desgraciadamente famosa caza de brujas orquestada por el senador McCarthy a mediados del siglo pasado.

Trumbo nos ofrece un argumento realmente denso, especialmente para lo que solía ser habitual en los westerns. Además, los personajes tienen un pasado poderoso que actúa e influye sobre su presente, pero que se va desvelando progresivamente, a medida que los vamos conociendo, de manera que siempre hay un misterio oculto que mantiene el interés en lo que está sucediendo.

Otro de los detalles sorprendentes, sobre todo porque estamos en un western, género habitualmente enfocado a la acción y a conflictos poco complicados, es la riqueza de los diálogos, especialmente cuando atañen a la intimidad de los protagonistas; diálogos no solo profundos, sino con unas dosis de poesía a veces y siempre portadores de gran sensibilidad que son sin duda uno de los regalos más valiosos que nos encontramos en El último atardecer.

Sin embargo, también he encontrado algunos detalles que no terminaron de convencerme. En teoría, Dana, el personaje encarnado por Rock Hudson, es el héroe de la cinta. Sin embargo, el guión es mucho más preciso con Brendan, de manera que es este personaje en realidad el que termina adquiriendo mucho mayor peso, pues es un hombre más rico y profundo. Dana se mueve por venganza, pues Brendan mató al marido de su hermana que, presa de dolor, termino suicidándose. Y esto es básicamente lo único que llegamos a conocer del shérif.

En cambio, el personaje de Kirk Douglas es realmente el alma de la película. Es verdad que es un asesino, un hombre además violento, como le reprocha Belle. Sin embargo, a pesar de todo, terminamos por cogerle cariño, tal vez porque no lo ha tenido fácil en la vida, porque ha de luchar contra él mismo y sus instintos violentos. De hecho, a pesar de que le dice a Belle que ha cambiado, lo cierto es que no terminamos de creerle. Es por tanto un perdedor, un tipo solitario que intenta redimirse con Belle y se encuentra de pronto conque ella ama a Dana, precisamente a Dana. Además, cuando parece que puede ser feliz con Missy (Carol Lynley), la hija de Belle, comprobamos con amargura que es otra puerta que se cierra. 

Con todo ello, no se si a propósito o no, terminamos poniéndonos de parte de Brendan, hasta el punto que Dana acaba cayéndonos mal, por ser ese dechado de virtudes irreprochables que resultan cansinas. En el fondo, deseaba que Brendan pudiera rehacer su vida, habría sido realmente gratificante.

Pero el guión, hijo de su época, prefiere la vertiente trágica, quizá rizando el rizo en exceso de manera que, además de ser muy previsibles los giros finales, me parecieron demasiado teatrales. No digo que el final no resulte coherente ni potente, incluso con ciertas notas heroicas en el comportamiento de Brendan que agrandan aún más su figura, pero en conjunto resulta bastante forzado y delata una clara intención de llevar el drama al límite.

Lo que resulta de nuevo admirable es el talento de Kirk Douglas como actor. Basta una mirada suya para llenar la pantalla y expresarlo todo con una fuerza y una autenticidad sorprendentes. Por ello, Rock Hudson termina un tanto desdibujado, quizá también porque su personaje es mucho menos profundo y rico que el de Douglas. Sea como fuere, la película es de Kirk Douglas al cien por cien.

Para los amantes del western y aquellos que buscan algo diferente en el género, creo que estamos ante una gran película, profunda y llena de matices. El último atardecer debería figurar en los puestos nobles del género.

No hay comentarios:

Publicar un comentario