Dirección: Jacques Tourneur.
Guión: Daniel B. Ullman.
Música: Hans Salter.
Fotografía: Harold Lipstein.
Reparto: Joel McCrea, Vera Miles, Lloyd Bridges, Wallace Ford, Edgar Buchanan, Peter Graves, Keith Larsen, Carl Benton Reid, John Smith, Walter Coy.
Wyatt Earp (Joel McCrea) llega a Wichita, una ciudad en expansión gracias al ferrocarril, con la idea de montar un negocio. Sin embargo, ante el clima de violencia de la ciudad, acaba aceptando el puesto de shérif que le habían ofrecido.
Wichita, ciudad infernal (1955) aborda un capítulo de una de las figuras más legendarias de la historia de la conquista del Oeste, Wyatt Earp. El episodio más conocido de su vida es el famoso tiroteo en O.K. Corral, que ha sido llevado repetidas veces a la gran pantalla. Sin embargo, aquí nos centramos en una etapa anterior en la vida del legendario shérif, precisamente cuando da los primeros pasos como defensor de la ley.
A la película le cuesta un poco arrancar, pues el comienzo resulta demasiado previsible y no ofrece realmente nada nuevo a los amantes del género, que han vivido las situaciones del comienzo muchas veces.
Sin embargo, la película va ganando en intensidad con el paso de los minutos y, sin salirse de los caminos más habituales en los westerns clásicos, sí que su puesta en escena y algunos detalles ofrecen puntos de interés considerables.
Principalmente, la figura de Earp, magníficamente interpretado por Joel McCrea, que le otorga al personaje esa fuerza serena e imperturbable del personaje con gran credibilidad. Ver a McCrea enfrentarse a un número superior de enemigos sin que le tiemble el pulso es realmente magnífico. La fuerza y la seguridad que trasmite son genuinas y acrecientan sin duda la altura del personaje. Y además lo consigue sin ningún adorno, solamente con una presencia rotunda y muy elegante. A su lado, el resto de personajes parecen encoger.
Otro detalle interesante que articula el drama de la cinta es cómo las fuerzas vivas de Wichita, que habían pedido la ayuda de Earp en un primer momento, luego se oponen a él e intentan destituirlo, por las buenas o por las malas, temiendo que tanta paz y tranquilidad aleje a los ganaderos y arruine así sus negocios. Un dilema en el que el shérif se muestra inflexible, aún cuando le llega a afectar también personalmente cuando Sam McCoy (Walter Coy), uno de los hombres más poderosos de la ciudad y padre de su amada Laurie (Vera Miles), se enfrente a Earp y le prohiba seguir viendo a su hija.
Es precisamente cuando el conflicto entre Earp, los ganaderos y las autoridades locales estalla cuando asistimos a los mejores momentos de la cinta. Sigue siendo un film modesto y bastante previsible, pero Jacques Tourneur exprime el jugo del guión y consigue bastantes minutos de gran tensión así como eficaces persecuciones a caballo y tiroteos que mantienen el espíritu del género con eficacia.
Sin ser una joya del western, Wichita, ciudad infernal ofrece una historia dentro de los parámetros más clásicos del género, donde el héroe resulta un modelo intachable de valor, integridad y fuerza.
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